Page 98 - Vida y Obra de José Baquijano y Carrillo - Vol-1
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Volumen  1
                                        Elogio al virrey Jaúregui por Baquíjano en la universidad de San Marcos
            Ese árbitro imparcial, y rígido censor de la conducta de los hombres, aprobará
            sin duda este homenaje de tu fidelidad, y tu respeto; justificará un culto en
            que el incienso no se prostituye, ni se profanan los laureles en las sienes del
            vicio. No, no acusará a las Ciencias de haber envilecido su destino, no las ha
            de culpar del execrable abuso de sepultar sus luces para no descubrir la va-
            nidad, o de servirse de ellas para manifestarla hermosa, y agradable. Depon
            pues los temores, serena la inquietud, y en el transporte de admiración en que
            contemplas la gloria que recibes, conviértete a su autor, y reverente muestre
            tu gratitud su exaltación, y en ella muestra dicha. No necesitas mendigarle su
            adorno a la elocuencia. Las raras perfecciones, esas sublimes prendas con que
            la providencia lo distingue, no han menester el buril, ni el encanto del arte y
            del ingenio. Por eso sabia, entre tantos disertos, que en igualdad de su orador
            admitiría sin desdén la antigua Roma, quisiste que mi voz lánguida, y abatida
            fuese el intérprete de tus sentimientos. Destinaste al más débil de tus fuertes,
            para que sostuviese todo el peso de honor con que te oprime la alta bondad del
            príncipe, que hoy desciende a tus aulas.
                    [4] ¡Oh y qué excelso se presenta V. E. a nuestra vista! Emula la fortu-
            na de la naturaleza; si ésta da a V.E. una brillante raíz, formándole la cuna de
            blasones entre la obscuridad de muchos siglos; aquélla en el progreso de sus
            días le ha franqueado otros dones, que tanto más lo ilustran, cuanto es mayor
            el mérito que nace de si mismo, que el que sólo se deriva del origen. No por
            esto se crea que haya sido él acaso artífice de la felicidad de V. E. La virtud sola,
            esa regla, que dirigida por la razón, y la experiencia no pronuncia sino juicios
            de rectitud; que desprendida de bastardas pasiones excita, promueve, y per-
            suade a la bondad; ya la he nombrado, la Justicia quiero decir, hija de esas dos
            madres, y madre ella fecunda de todas  las virtudes, es la que ha coronado a
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            V.E. entregando a su brazo la suerte de dos reinos. Por qué, ¿Quién no admira
            en V.E. a esta virtud preciosa por principio seguro de todas sus acciones? Ella
            copia en su espíritu la imagen decorosa de sus progenitores; ella en su corazón
            fomenta aquella activa llama, en que se enciende el celo de la reputación, y
            gloria del monarca, ella en fin forma en V. E. por su beneficencia, y equidad al
            protector, y padre de los pueblos. De este modo ha satisfecho V. E. a los piado-
            sos derechos de la sangre a los que exige, y funda el soberano en la fidelidad
            de los vasallos, y a lo que éstos se prometen de un gobernador cumplido, de

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            4.  In Justitia autem, comprehensint omnis virtus inest. Theogn. vers, 147. [Nota del autor]


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