Page 129 - La Rebelión de Túpac Amaru II - Vol-6
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Nueva Colección Documental de la Independencia del Perú
             La rebelión de Túpac Amaru II
            Tungasuca en donde preguntó por el corregidor, y los de la familia del cacique
            lo introdujeron hasta donde estaba, y lo encontró en un cuarto pequeño con
            esposas y grillos; quedó atónito el declarante al verle, y le preguntó qué era aque-
            llo, entonces el corregidor le dijo, que la tarde que se despidió de Yanaoca le sa-
            lieron al camino el cacique Tupa Amaro con varios otros mozos, vendiéndole la
            fineza de acompañarlo, y el mismo cacique convidándolo para Tungasuca, y le
            respondió le precisaba el ir a Tinta, y al subir una cuesta lo rodearon, y cono-
            ciendo el corregidor la mala intención que traían huyó y se escondió en una
            quebrada, donde lo encontraron por haberlo acusado una india, y aunque tiró a
            defenderse no pudo porque le echaron un lazo y lo trajeron al suelo, y allí lo
            aprisionaron, haciendo lo mismo con el escribiente que se apellida Bermúdez, a
            quien lo derribaron de una pedrada, que lo condujeron a la cima de un cerro y
            allí lo tuvieron hasta tarde de la noche, y luego lo pasaron al lugar donde lo halló;
            y lleno de ternura le significó que dicho cacique le había entrado al cuarto un
            cuadro de la Coronación de Espinas diciéndole se dispusiera para morir, y pre-
            guntándole la causa u orden que tuviese, no le pudo sacar más palabra que era
            orden superior, suplicando al declarante apartara al cacique de su propósito y
            prometéndole dejaría todos sus bienes para la fábrica de su iglesia de Pampa-
            marca; todo consternado salió de allí el declarante a verse con el cacique, y le
            encontró en la plaza, y le dijo: hombre, que haces que te pierdes tú, tu mujer y
            tus hijos, ¿por qué quieres quitarle la vida a este hombre?; le respondió: .sosié-
            guese vuesa merced que estoy seguro; preguntole que seguridad tenía, y le res-
            pondió que tenía una providencia del señor visitador y de la real audiencia; pi-
            diole le mostrase la providencia, díjole la había mandado para las tierras de
            arriba, porque la orden era para que se matasen a todos los corregidores como
            pudiesen y se destruyesen los obrajes, con lo que quedó tan fuera de sí, que ni
            sabía donde estaba ni lo que le sucedía ; y más, viendo que toda la providencia a
            aquella hora estaba convocada y afirmada en la plaza, volvió al corregidor y le
            dijo: señor no tiene remedio; el corregidor le repuso se suplicase la superioridad
            de la providencia, que el costearía el recurso, que podía ser fingida; volvió se-
            gunda vez con esto el declarante al cacique y le dijo: mira hombre que esto pue-
            de ser fingido y algún émulo tuyo puede haber maquinado esta maldad por
            destruirte; y le respondió que estaba bien asegurado, y aunque le instaba desis-
            tiera de semejante intento nada pudo conseguir, con lo que más desconsolado
            solo trató de que se dispusiera el corregidor para morir; pidiole al declarante le
            hiciera quitar las esposas, como lo ejecutó entonces se confesó y todo el resto de



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