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Nueva Colección Documental de la Independencia del Perú
La rebelión de Túpac Amaru II
ciéndole un almuerzo dijo que no lo podía aceptar porque tenía que marchar y
visitar siete provincias, encargándole a este tiempo hiciese que los cobradores
devolviesen lo que habían cobrado de repartimiento porque eran unos pobres;
con lo que se puso en marcha, y el declarante lo acompañó hasta el puente, y
que después supo que encaminó al obraje de Parapuquio y la ropa de la tierra
que en él encontró la repartió a su gente y después del saqueo que hizo le puso
fuego y abrasó todo el obraje como está de manifiesto. Que de allí sabe pasó al
obraje de Pomacanche, y que habiéndolo igualmente saqueado quiso incen-
diarlo, lo que no ejecutó por habérselo suplicado el cura de aquella doctrina
diciéndole que tenía que techar su iglesia, y que le compraría la madera y las
tejas, con lo que le condonó estos materiales y dejó de abrasarlos.
Preguntado si sabe algo del suceso que tuvieron nuestras tropas en
el pueblo de Sangarará, dijo: que no lo sabía, y que solo había oído decir que
muchas casas de aquel pueblo y su iglesia las habían quemado, y responde.
Preguntando si desde que vió a Tupa Amaro en el pueblo de Quiquijana ha
tenido correspondencia con él y cuántas cartas le ha escrito y qué es lo que
en ellas le ha comunicado, dijo: que solo una carta le escribió, dijo que tres y
que según se acuerda en ellas le mandaba que los peroles hondos y planchas
del obraje de Parapuquio se las remitiese a Tungasuca, que le despachase al
clarinero del pueblo, que pusiese centinelas en la ladera de Ninabamba, en
Hullucalla y Ccaccapunco, y piedras para rechazar la gente que de esta ciu-
dad fuese a buscarlo, para cuya paga envió cincuenta pesos, que recogiese tres
piaras de ropa que don Diego del Castillo había remitido del obraje de Poma-
canche, amenazando al declarante porque no le había dado noticia de ella,
que de todas estas órdenes solo había cumplido, de temor, con poner la horca
que le ordenó, y despacharle prontamente al clarinero; pero que no le remitió
los cobres, la ropa ni puso espías, y que antes, los cincuenta pesos que le envió
para pagarles los distribuyó al declarante en gratificar a su gente para contener
y rechazar los indios, que venían en favor del levantado, de la doctrina de Che-
cacupe, agregando a ellos cinco fanegadas de maíz que también les dio suyos;
y que dichas cartas, como fiel vasallo de Su Majestad, como las fue recibiendo
inmediatamente se les envió: la primera a su corregidor don Fernando Anto-
nio Cabrera con un clérigo llamado don Gregorio Paredes, y la segunda con su
hijo Pedro Solís, también clérigo, después de habérsela enseñado a su cura, y
para el efecto prestó una mula, y la tercera igualmente remitió con su hijo jun-
to con otra carta escrita de Tupa Amaro a don Juan Esteban Pacheco, cacique
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