Page 128 - La Rebelión de Túpac Amaru II - Vol-6
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Volumen 6
                                                         Causas criminales seguidas contra los rebeldes
            de que doy fe. El obispo. Ante mí, doctor José Domingo de Frías secretario.


            (Al margen: Declaración).


                    En la ciudad del Cuzco, en ventiocho días del mes de Noviembre de mil
            setecientos ochenta años. Compareció el doctor don Antonio López de Sosa en
            virtud del auto antecedente, que se le notificó, a quien su señoría ilustrísima por
            ante mí el presente secretario, le recibió juramento que lo hizo in verbo sacerdo-
            tis tacto pectore, so cuyo cargo prometió decir la verdad de lo que supiere y se le
            fuere preguntado, y en su conformidad, dijo: que habiendo ido el declarante el
            día cuatro del que corre a dar los días al doctor don Carlos Rodríguez, cura de
            Yanaoca, su convecino, estando comiendo se apareció el corregidor de Tinta
            don Antonio de Arriaga que venía de los pueblos altos, y se sentó también a la
            mesa, y después de comer se llevaron en conversación hasta poco más de las
            cuatro de la tarde, en que se despidió para ir a la capital de Tinta, por decir le
            urgía el despachar el correo, y le fue acompañado al cacique de Tungasuca Tupa
            Amaro, y aunque pretendieron algunos de dicho pueblo de Yanaoca también
            acompañarlo, los hizo volver el declarante; por instancia de dicho cura Rodrí-
            guez se quedó aquel día que era sábado en su compañía, y queriendo regresar el
            día siguiente domingo a dar misa su feligresía le instó dicho cura a que se que-
            dase por estar enfermo de los ojos, y por eso dió orden al ayudante hiciera venir
            a los de Tungasuca a la parroquia de Pampamarca para que oyeran misa y doc-
            trina, regresando por la tarde a su residencia; y viendo que no se había cumplido
            con la orden que dió porque el ayudante había ido a dar misa a Tungasuca,
            preguntada la causa le dijeron, que dicho cacique le había mandado llamar pi-
            diéndole por favor, por decir que estaba indispuesta su mujer, y que el justicia
            mayor don Vicente Mendieta, que estaba allí, quería oir misa. En esta suposi-
            ción estuvo el declarante hasta el martes que oyó decir al mismo ayudante, lla-
            mado don Ildefonso Bejarano, que el corregidor estaba en Tungasuca actuando,
            y que esto se lo dijo la mujer del cacique, añadiendo que dicho corregidor se
            recelaba de él, que por eso no lo vió y se vino a Pampamarca el jueves a las siete;
            poco más de la noche se dejó ver en casa del declarante el mencionado cacique
            diciendo estaba uno malo en Tungasuca, y que lo llamaba para que lo confesase,
            y respondiéndole que porqué no llamaba al ayudante, y a esto le replicó le había
            dicho el enfermo, expresando yá ser el corregidor Arriaga, que si no lo confesa-
            ba el declarante se condenaba, y que le había dado un insulto. Encaminose para



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