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Nueva Colección Documental de la Independencia del Perú
             La rebelión de Túpac Amaru II
             muchas velas. Sorprendiome mas la veneración con que la trataban quando
             me explicaron que en aquel lugar se celebraba la Pasqua de Pentecostés, y que
             unos cimientos que se iban lebantando se fabricaban de orden de Calisaya que
             reconocido a algunos milagros que havia recibido de la Piedra, queria manifes-
             tar su reconocimiento con aquel obsequio religioso. Confirmaron esta Relacion
             los Curas de Ayata y Camata que iban en mi compañia, y no haviendo sentido
             bien de este culto que se tributaba sin objeto de Religion en una gente que hasta
             ahora no conoce ni aun la verdad de nuestra fé, mande inmediatamente sacar
             una Efigie de nuestra Señora y a su consequencia poner fuego al figurado San-
             tuario. Con esto y notificarles de que se retirasen a adorar a Dios en los tiempos
             destinados para este efecto, segui mi marcha hasta las inmediaciones del lugar
             de Carasani que era el mismo donde se decia que se mantenia Calisaya con sus
             sequaces combocando gente.
                    Aquella noche siendo el lugar de nuestra situacion una Cordillera nada
             suave, y no permitir por su rigides algun pueblo o estancia no encontramos
             persona de quien tomar noticia; y sin embargo de haver remitido gente a alguna
             distancia para averiguar el paradero de los yndios, observamos un total silencio,
             y no obstante se tomaron todas las precauciones para no ser sorprendidos.
                    Al dia siguiente nos acercamos al mismo cerro bien elevado, que segun
             reconocimos despues tenia todos los caminos cerrados con trincheras lebanta-
             das de orden de Calisaya y Felipe Nina; y haviendo divisado un numero con-
             siderable de bultos en toda la eminencia concebimos verdadera la noticia que
             se ha dicho; pero deseando formar juicio sobre el número de yndios que podia
             ocupar aquella eminencia tan aspera, me vali del anteojo con que pude divisar
             que no eran yndios, sino piedras que con estratagema manifiesto las colocaron
             ya para dar idea de que eran yndios, como para desgalgarlas en caso que fuesen
             acometidos. Lo cierto es que ellos desampararon aquel puesto, y se retiraron a
             la Montaña, como posteriormente averiguamos.
                    Este dia llegamos a Ayata a donde no encontramos numero de yndios
             de consideración. Al dia siguiente que hice alto en este pueblo me presentaron 8
             yndios rebeldes, algunos españoles que con la noticia de mi marcha se venian a
             incorporar con la tropa, quienes como fuesen pocos se vieron afligidos, porque
             estos mismos yndios en compañia de algunos otros los havian amarrado con el
             fin sin duda de que siguiesen el destino que han experimentado los demas es-
             pañoles de esa Provincia. Pero cersiorados de mi arribo pudieron conseguir los
             pusiesen en libertad; y tambien dicipados algunos de los rebeldes, y tomando



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