Page 546 - La Rebelión de Túpac Amaru II - 4
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Volumen  4
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            rumor de que por aquel lugar estaba oculto Antonio Surpo, uno de los mas san-
            grientos Coroneles de las tropas rebeldes, el qual despues de haver desbaratado
            en Mocomoco los Pacificadores nombrados por el Teniente Coronel Dn. Sebas-
            tian de Segurola, havia tambien atacado el Destacamento de Dn. Fernando de
            Pielago.
                    Mandose un Alcalde que le persuadiese el Indulto; pero no tuvo esta
            diligencia. Tres milicianos de Puno que por medio de un rapas supieron su pa-
            radero, se resolvieron a prehenderlo antes de darme parte para adquirirse con
            emulacion apreciable la satisfaccion de un hecho bien importante. Fueron con
            efecto al lugar donde estaba, y les aguardó con cerenidad, de cuyo hecho las
            yndias de aquellas inmediaciones se manifestaron muy sensibles. Acercaronse a
            él ocultando el designio que llevaban, y luego de sorpresa se le echaron encima
            y amarrado lo trageron a mi campo despues de las ocho de la noche. Di parte al
            Sor. Inspector, y en el entretanto tomé de él algunas noticias; registré sus despa-
            chos y varias cartas de los Tupac Amarus; y con orden de dicho Sor. se lo remití
            con prontitud y seguridad. El yndio es bien formado, de un espíritu despejado,
            y el mas racional que yo he conocido entre todos los Caudillos de la Rebelión.
                    En este mismo lugar resolvió el Sor Inspector retroceder para Carabuco
            de la Provincia de Omasuyos, y con noticia que pudo comunicarme el cura de
            Ayata, Dn. R. Luis de Artajona de que en su pueblo se conservaban algunas es-
            pañolas que pudo preservar hasta entonces, a pesar de la Cordillera de Calcani
            que media, y de lo fragoso y quebrado de los caminos, me ofrecí a pasar con mi
            gente a libertar esas infelices. Admitió su Señoria mi propuesta, y tambien la
            idea de que añadiendome algún refuerzo de gente mandaría ocupar la cumbre
            del Valle mientras con el resto de mi gente que solo era de 150 hombres (porque
            los demas que estaban a pie se quedaron) penetraría yo hasta dicho pueblo. Dio-
            me orden para que marchase conmigo el Mayor de Parinacochas con 150 hom-
            bres, inclusa la Compañia de Granaderos de esta Provincia. Salimos luego sin
            tiendas de campaña ni bagaje alguno, sino la carga de cartuchos, y no obstante
            que tomamos la mañana, no pudimos llegar sino a las quatro de la tarde por los
            perbersos caminos. Estando ya para hacer division de la tropa de refuerzo que
            se me havia añadido, encontramos un expreso que parecia despachado por el
            Cura al Sor. Inspector, con una carta que me determiné a abrir por si contuviese
            algun aviso importante a nuestros desgnios. Pero no contenia mas que exponer
            a su Señoria que ya no era menester se acercase acia Ayata, de donde resolví salir
            aquel mismo dia con todas las españolas que havian librado, y demas gente para



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