Page 550 - La Rebelión de Túpac Amaru II - 4
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Volumen 4
Conclusión de la rebelión
fusiles, y que igualmente se situase aquella Coluna en este mi campamento para
conservar la comunicacion al Collao. Convino con mi propuesta el Sor. Inspec-
tor, y en su conformidad dió las ordenes correspondientes a este efecto.
En este intermedio recibi noticia de la derrota de Tupac Catari comuni-
cada por el mismo Sor. Inspector, cuyo Capitulo incluyo al pie de la letra: «Muy
Sor. mio: Nunca se hace mas necesaria la mas pronta execucion en la empresa
que ha tomado V.m. a su cargo, que en el dia, pues haviendo logrado yo a sa-
tisfaccion de coger a Catari con cinco de los principales Coroneles que tenian
sublevada esta Provincia en la accion y ataque del Cerro de Quillina el dia 14
del que sigue, solo resta para dexar perfectamente tranquila y sosegada la apre-
hension del vil rebelde Calisaya; y estando al cuydado de V.m. este importante
empeño, me prometo de su sagacidad, conducta y amor al Rey nuestro Sor. el
exito mas dichoso para que asi quede servido con las veras que me he propuesto
principalmente, fiado en tener en la persona de Vm. un servidor de su Mages-
tad, que se interesa tanto en las glorias y ventajas de su mejor real servicio».—
No pude efectuar mi marcha con la prontitud que deseaba sin embargo de la
actividad con que el Comandante Layzequilla se unio en mi campo el 16 por la
copiosisima nevada que por tres dias continuos nos embarazo toda operacion;
pero el dia 20 segui mi ruta a marchas dobladas en seguimiento de los rebeldes,
que por ciertos papeles que se interceptaron oportunamente tuve noticia que
hasta el dia 11 se mantenian estos en el mismo lugar en que se me asomaron
quando sali de Ayata.
El 22 de transito por el lugar de Paco pude divisar arrimado a un ran-
cho en ademan de adorar alguna Efigie; encamineme para aquel lugar dexando
pasar la tropa, y averiguando el caso, era que una yndia moza no de mal pa-
recer tenia una piedra con un cierto bosquejo de bulto y algunas ramas nada
extraordinarias de qualquiera otra piedra bruta. Esta se adoraba por los yndios
de quella comarca intitulandola Santuario. Se les atribuian algunos milagros, y
tantos quantos se figuraban los tenian numerados con unos palos clavados por
de fuera. La Chocilla era tan corta que la Yndia referida, a quien los yndios lla-
maban la Beata solo cabia sentada, y no podia ninguno entrar dentro sin mucha
incomodidad.
Luego que me presencie concibieron todos ellos que iba a adorar la
piedra del milagro, como ellos la llamaban, y aprobando con brevedad en un
tiesto un poco de candela, y echandole algun incienso sacaron con mucha ve-
neracion la consabida piedra que la tenian embuelta en algunos paños, y con
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