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Nueva Colección Documental de la Independencia del Perú
             La rebelión de Túpac Amaru II
             los indios con esta noticia se disiparon, dexando lugar para que dicho destaca-
             mento se retirase a fuera, como lo ejecutó prontamente, aunque a la verdad yo
             no llevaba sino 30 armas de fuego, cuando les encontré de vuelta a distancia de
             3 leguas de Mojo, con dirección para el de Azángaro.
                    Los Curas y los indios de Vilques Chiquito con algunas afortunados
             españoles que habien escapado hasta ahora del furor de los rebeldes, recelando
             justamente que estos malvados las matasen con la libertad que les concedía el
             abandono en que concebian estas cercanias con el retiro de nuestras tropas,
             vinieron siguiendome los pasos hasta Guancane, a cuyo pueblo vino tambien la
             Comunidad de Indios del citado Mojo para persuadirme que ellos eran fieles al
             Rey, y que los rebeldes solo eran los yanaconas de las estancias de españoles a
             quienes habian muerto y aniquilado despues sus ganados.
                    Tuve confusión de contemplar por una parte que mis fuerzas consis-
             tian unicamente en 158 españoles, provincianos 300 indios, un cañon y 44 ar-
             mas de fuego con los 14 fusiles que sobre los 30 que antes tenia pude añadir,
             consiguiendome los franquease a grandes instancias el referido Coronel don
             Fernando del Pielago, y que por otra habiendo dado los ya citados pueblos de
             Guancane, y Vilches pronta obediencia al instante que los llame desde Puno,
             tomarian los rebeldes de Guaicho y Larecaxa mayores atrevimientos si yo me
             retiraba a estas inmediaciones con la precipitación que le habia hecho el citado
             destacamento del Coronel Pielago.—
                    Perplejo en medio de esta consideraciones, sin resolverme a abandonar
             dichos pueblos, ni poderlos conservar en su fidelidad si nuevamente eran vio-
             lentadas por las cortas fuerzas con que me hallaba aun para mantenerme en mi
             misma Capital que estaba abandonada ya con algunas españolas que se havian
             restituido.
                    Tuve aviso cierto de que el Sor. Inspector con el Exercito de su mando se
             acercaba al pueblo de Azangaro. Escribile al instante pidiendome me franquea-
             se algunas armas, y permitiese venir a mis provincianos a reunirse en mi tropa
             para seguir hasta Mojo, y en su respuesta me dio a entender que su Señoria no
             concebia que yo solicitaba la pacificación de mi provincia por la prevencion que
             me hace de que se encaminaba a sosegar el Pueblo de Mojo, y sus inmediaciones
             (que son de mi territorio) y que me retirase a mi jurisdiccion, pero sin contex-
             tarme sobre las armas que le pedia, me advertia que mis Provincianos venian
             incorporados en la Coluna de Velille.





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