Page 254 - La Rebelión de Túpac Amaru II - 4
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Volumen  4
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            su resguardo. Dentro de la misma villa reforcé las trincheras y las aumenté,
            rompiendo nuevos fosos en los lugares que parecian mas expuestos. Tenia en
            uso tres cañones mas, que hice fundir con el mayor calor, y procuré proveerme
            de balas y de pólvora; y con estos preparativos me juzgué suficientemente para
            rechazarlos.
                    63. Con efecto, la mañana del 10 amanecimos con ellos encima, for-
            mados en semicirculo por las cumbres de estos cerros, y con aviso de que
            intentaban arrear una porcion considerable de ganado que conservé en estas
            cercanias para el consumo diario de la tropa. Destaqué las compañias de caba-
            lleria para que evitasen este daño, y aunque dí orden expresa para que lo prac-
            ticasen, sin empeñar accion alguna, no se contuvieron, y luego que estuvieron
            inmediatos, trabaron un choque que fué desgraciado á los enemigos; porque
            á mas de resguardar el ganado, mataron mas de 100 de ellos, y los desalojaron
            del terreno que ocupaban.
                    64. Luego que volvíó este cuerpo de caballeria, le mandé apostar fuera
            de la poblacion, hácia el rumbo de Chucuito, porque allí se descubría el mayor
            golpe de los indios, con los cuales formaron por último sus escaramusas hasta
            las 2 de la tarde: en cuya hora mandé salir parte de la fusileria que hizo un
            fuego continuado sobre ellos, que ya acometian y retrocedian con sus acos-
            tumbrada y molesta voceria. Desde el castillo de Guanzapata, y de la plaza, se
            les hizo tambien bastante fuego con la artillería, lográndose varias descargas
            á bala rasa con el mayor acierto. Amedrantados con el estrago que padecian,
            fueron retrocediendo á la parte superior del cerro, que vulgarmente denomí-
            nan Orcopata, hasta que por último, con la cercania de la noche, cesó toda la
            hostilidad de una y otra parte, sin que de la nuestra hubiese perecido alguno,
            y de la suya un número considerable, sin los muchos heridos gravemente.
                    65. Al lado opuesto, y en el cerro que llaman de Azogue, se había co-
            locado desde por la mañana una partida de enemigos, que se mantuvieron
            en continuo movimiento con los indios Mañazos, todo el tiempo que duró la
            refriega con los otros. Dí órdenes para que una parte de la caballeria marchase
            á cortarles la facultad de reunirse con sus compañeros, y logrando el intento
            con el oportuno arribo de los indios fieles de Paucarcolla, Guaca y la Estancia
            de Moro, que les tomaron la espalda, destaqué dos piquetes de fusileria para
            que los apoyasen: pero siendo ya muy tarde, y la subida sumamente áspera y
            peligrosa, no pudo conseguirse el forzarlos á entregarse, y retirada la fusileria
            á la plaza, bastantemente maltratada de los honderos, se tomó la providencia



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