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Nueva Colección Documental de la Independencia del Perú
La rebelión de Túpac Amaru II
que les intimó el Comandante de aquella tropa inhumana de declarar los cau-
dales que suponian ocultos, y las personas que buscaban todavia sedientos de
mas sangre: pero finalmente evitaron este riesgo con mi llegada, expresando
con lágrimas los sentimientos de su corazon.
59. A mi salida de la ciudad para volver á esta villa, cargaron los in-
dios sobre los desfiladeros que ya he notado, con intento de cortarme por allí,
como lo hicieron el dia pasado con los que salieron incorporados con la ca-
balleria; pero se les frustró el designio con la providencia que tomé de colocar
unos fusileros, que los contuvieron á costa de tres ó cuatro que mataron, los
mas atrevidos.
60. Al mismo tiempo, con corta diferencia, los indios de esta otra parte
de Azangaro y Lampa, redoblando sus esfuerzos volvieron á atacar el pueblo
de Capachica de esta provincia, cuyos indios fieles con algunos mestizos, los
habian rechazado á los principios: pero al fin prevaleció la multitud de los
enemigos, quienes pasaron á cuchillo á todos los españoles y gente blanca que
pudieron haber á las manos. De manera que, ya no hay en estos contornos
otras personas españolas que las que con tiempo se procuraron salvar en la
villa que forma hoy como una pequeña isla de felicidad en medio de un mar
de rebelion que la rodea por todas partes.
61. Los indios que ya habian terminado la conquista de la provincia
de Chucuito con la total ruina de su capital, se prepararon para atacar esta
villa, y sin muchos fundamentos: pues que lo intentaban de concierto con los
otros que repasaban los pueblos de Azangaro y Lampa. Esta situacion, bastan-
te riesgosa, me dió lugar a pedir auxilio al capitan de granaderos, D. Ramon
de Arias, y al coronel de milicias, D. José Moscoso, que se hallaba en distancia
de nueve leguas con un cuerpo de 500 hombres que trageron desde la ciudad
de Arequipa. No lo concedieron, porque decian hallarse sin órdenes de su
gefe para el efecto, ni aun me remitieron las municiones y víveres que solicité
comprarles, en el caso que regresasen prontamente, como lo hicieron.
62. Finalmente, el 9 de este, siguiente al en que el gobernador de Chu-
cuito habia marchado para Arequipa, se dejaron ver por la parte de Chucuito
los rebeldes, y hasta la mañana siguiente fueron desfilando á ocupar las mon-
tañas que dominan la poblacion. Me hallaba ya con muchos mejores preven-
ciones para recibirlos, que las que tuve en el ataque primero, de Marzo. Levan-
té un castillo pequeño en un sitio ventajoso, que denominan Guanzapata, en
donde puse una culebrina y un pedrero con los fusiles correspondientes para
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