Page 238 - La Rebelión de Túpac Amaru II - 4
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Volumen  4
                                                                      Conclusión de la rebelión
                    20. Parece que entre los dos comandantes de las tropas enemigas, In-
            garicona y Sanca, se suscitó la disputa, que duró hasta mas de las 3 de la tarde,
            sobre si convendria aventurar el combate, resistiéndolo el segundo contra los
            deseos y esfuerzos del primero, que queria con ansia arriesgarlo; consideran-
            do el corto número de los nuestros, que, aunque realmente bien diminuto,
            comparado con la multitud que conducian ambos, parecióles mucho menos,
            porque mandé se sentase la infanteria, fatigada por haberse formado en bata-
            lla muy temprano, y no sin el designio de mandarla levantar, y acometer con
            ímpetu cuando se nos acercasen mucho los indios. De forma que, esta manio-
            bra practicada en tiempo, por consultar el descanso de las tropas y la idea de
            recibirlos, les hizo creer en la distancia en que se hallaban, que todas ellas no
            se componian ya sino del puñado de caballeria que tenian á la vista; persua-
            diéndose que la infanteria sentada, no era sino bultos de ropa y camas, que se
            habian colocado de aquella suerte, para que sirviesen de resguardo y murallas
            contra sus hondas.
                    21. Poseidos de este engaño, y agregándose al dictámen de Ingaricona,
            el de un cacique de la provincia de Carabaya, que se incorporó en aquellas
            circunstancias con las tropas auxiliares que trajo, y que fueron recibidas con
            notable regocijo y escaramusas, resolvieron atacarnos aquella misma tarde
            con gran confianza de la victoria, y apoderarse de las armas para remitirlas á
            Tupac-Amaru, antes que con nuestra fuga, que procuraban figurarse, pasan-
            do el rio hácia esta ribera, les hurtasemos tan bella ocasion de dejar erigidos
            muchos triunfos á su valor en aquel campo. Hácia esta hora de las 3, el clérigo
            capellan, D. Manuel Salazar, y el teniente de cura del de Nicasio, con algunos
            otros que le acompañaron, se acercaron á ellos, que distaban cuarto de legua,
            con el fin de exhortarlos y persuadirlos á que, rendidas sus armas, se aprove-
            chasen con humildad del indulto y perdon que mucho antes habia yo man-
            dado publicar en nombre de S. M., para todos los que, conociendo el grave
            delito de haber seguido el partido de los rebeldes, les abandonasen al instante,
            y viniesen á someterse otra vez á la obediencia y subordinacion de nuestro
            legítimo Soberano. Adelantóse á responder por todos los otros un indio con
            bastan en la mano, y con escándalo y sacrílega osadia dijo, resueltamente: que
            no habia menester aquel indulto, ni reconocian por Soberano al Rey de Es-
            paña, sino á su Inca Tupac-Amaru; añadiendo lisonjeras amenazas, de que
            aquella misma noche acabarian con todos nosotros, libertando solamente á
            este eclesiástico para tomarle de capellan.



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