Page 236 - La Rebelión de Túpac Amaru II - 4
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Volumen 4
Conclusión de la rebelión
siendo corto el número, quedarian sacrificados en la eminencia al furor bár-
baro de la grande multitud de los indios que los aguardaban, volví sobre los
otros, animándoles con el admirable egemplo de los primeros, que debian
ser sostenidos, sin que mis órdenes y persuasiones lograsen el efecto que de-
seaba. Por esto, y porque ya se acercaba la noche, hice tocar la retirada, que
sirvió á evitar el destrozo de los fusileros. Efectuóse sin perder mas que dos,
que murieron precipitados de una roca, cuando bajaban. Yo mismo recibí
entre otros, un gran golpe de piedra, que me rompió la quijada inferior, y
pasó á herir igualmente sobre el pecho. Los heridos de consideracion fueron
cinco, y otros muchos levemente. De los indios murieron hasta 30, y que-
daron muchos heridos, tomándoles tambien algunas cargas, especialmente
una de aguardiente, que mandé guardar con cuidado para evitar el desórden
de los soldados. Pudimos llegar al cuartel muy entrada la noche, que pasa-
mos con indecible incomodidad y fatiga, y lográndola los enemigos, desalo-
jaron el sitio, y caminaron en busca del coronel Sanca que, abandonando el
pueblo de Lampa despues de incendiado, habia acampado en unos cerros
distante legua y media de nosotros.
17. Con esta noticia juzgué inutil seguir adelante y resolví retroceder
hasta las Balsas de Juliaca, para ocurrir á los insultos que intentasen contra
mi provincia, y mantener en respeto á los indios de este pueblo, y á los de Ca-
lacoto, Cabana y otros que aun no habian tomado aquel partido. Marché por
frente de la estancia de Chingora, donde pasé la noche del 12, y al tránsito
por Calapuja, intentó quedar allí el cacique citado Pacoricona, instando mu-
cho alojarme en su casa, y mis gentes en el mismo pueblo. Pero con el aviso
que se me comunicó de que en dicha casa se ocultaban algunos rebeldes, les
hice buscar, y con efecto se encontraban dos, debajo de su propia cama: por
cuyo hecho, interpretando de traicion por la voz pública, le hice prender y
conducir con seguridad entre los mios, que ya el dia antes le habian observa-
do ciertos movimientos muy claros para desconfiar de su fidelidad. Hice alto
el dia 13 en aquella misma cercania de Chingora; y desde allí advertimos que
por la cumbre de las montañas venian los indios, formando una division de
dos trozos, dirigiéndose el uno de ellos hácia el lugar de las Balsas de Juliaca,
con el designio, á lo que se deja entender, de apoderarse de las balsas que
allí habia, para cortarme. Conforme á esto, mandé levantar el campo, y mar-
ché dos leguas adentro para aquellas llanuras, deseando con este género de
provocacion llamarlos á un encuentro, si intentaban embarazar la retirada
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