Page 164 - La Rebelión de Túpac Amaru II - 4
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Volumen 4
Conclusión de la rebelión
procuraba suministrarle con cierto alago la Copa, cuyas visoñadas o altibajos
de semblante acechaba yo para de nuevo rendirme a los pies de ambos dentro
del toldo, o solamente a los de la Reyna; de modo que siempre que se ofre-
cieron estos pasajes, y al fin se lo lograban mis sumisiones, fueron rebocadas
las Sentencias citadas con las palabras de decirla a su Muger; POR TI HAGO
ESTE PERDON REYNA. En cuya atencion salia esta e iva conmigo al Cabildo
o Quartel, y les encarecia la facultad y circunstancia de su empeño a aquellos
Sacerdotes, pero que este habia de tener precisamente a fruto de que cada uno
de su parte procurasen solicitarle y remitirles a su Marido bastante polvora, y
balas so penas de que serian castigados, y se les quitaria la vida sino le executa-
ban, siendo asi conveniente su agradecimiento para colocarlos en lo sucesivo
en las mas puntuales conveniencias, y que asi en ellos estaba el que se lograse
el mejor ayre de su Consorte.
Bajo de estas condiciones, y de que los hacia oir Misa todos los dias, y
les mandaba quanto se le antojaba, se iban pasando los instantes, los momen-
tos, y las horas en un continuo sobresalto, porque como no dexaba la bebida,
y esta le infundia dos mil variaciones en un momento, ya tomaba la idea de
que los Sacerdotes no comiesen sino que ayunasen (en cuyo caso tambien
me era preciso industriarles alguna cosa): ya la de llamarlos a su mesa, y ya la
de ponerles grillos de suerte que aquel hombre no era cosa que un total des-
concierto con toda especie de Gentes, llevando siempre adelante el ser tyra-
no, indomito, y carnicero, inhumano contra los ciudadanos de la Paz, sobre
cuya resistencia que el contemplaba pendia de la desidia de sus Capitanes, y
Soldados, esforzaba las mayores industrias y castigos que hacia temblar los
espiritus; a que concurrieran muchisimos tan forzados que sino temiesen que
alguno de sus Privados, y casi sin casi Cabezas principales de aquel alzamien-
to, como eran Marcelo Calle, el tuerto Pedro de Obaya natural del Pueblo de
Azangaro que se le unió en los principios, fingiendose ser sobrino de Josef
Gabriel Tupac Amaro, y decia llamarse Guaina Capac (quien se halla aqui
preso, y sobre cuyos hechos diré adelante), y a este tenor muchísimos que aun
le disputaban el Gobierno a dicho Catari por decir que si un día de bajisimas
obligaciones, hijo de Padre no conocido, y quando mas natural del Sacristan
Fulano Apasa del Pueblo de Ayoayo (en cuyo excercicio se habia criado, ade-
mas de ser por su naturaleza bien rudo pues ni leer sabia, y que aun el estar ca-
sado se disputaba con la susodicha Reyna) se habia coronado, o hecho cabeza,
porque no harian ellos lo mismo, quando eran Principales, y de legitimidad en
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