Page 160 - La Rebelión de Túpac Amaru II - 4
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Volumen 4
Conclusión de la rebelión
Dios y quan incomprensibles son tus arcanos! Asi estabamos los Religiosos
padeciendo quando se aparecio un propio remitido por Tupac Catari desde el
Alto y Cerco de la Paz, dirigido a mi Prelado el Rev. Padre Maestro Fray Gre-
gorio Suero, para que vista la que le escribia, y con la mas posible brevedad le
despachase un Religioso que le sirviese de Capellan. El qual mandato se havia
de verificar en el termino de quatro dias, so pena de que seriamos pasados a
cuchillo, y se destruiria la Yglesia y convento de dicho Santuario. En estos ter-
minos deliberaron el R. Padre Prior, y demas Padres que yo fuese a cumplir el
orden de dicho Tupac Catari; de suerte que abrazando ciegamente y rindiendo
acia la obediencia el total sacrificio de mi vida, camine escoltado de 60 Yndios
que como a un reo criminoso, y sin dar mayor deshago a mis atribulaciones,
apuraban la posta. En esta consequencia, y lo que es mas, en la de haber lle-
gado a mi noticia en el Pueblo de Guarina (mediania del camino) que habian
degollado al R. P. Fray Antonio Barriga del Orden de N. P. San Francisco en el
citado Alto de la Paz (aunque no por mandato de Catari segun supe despues)
el dia Jueves Santo, a quien lo habian llevado de la Ciudad el Lunes de esa
Semana para el mismo efecto de Capellan, y por sola la causa de haber presu-
mido en especial el comun de Pacages, que este Padre les desgracio la Gente
que bajó a la batalla de dicha Ciudad el Miercoles Santo (en cuyo dia murieron
muchisimos de los Ynidos, y fueron cogidos 40 y tantos vivos), ya por que hu-
biese dicho el Padre aquel dia la misa con ornamento morado, ya porque rezó
el Oficio Divino en la misma ceja del Alto, mirando la Ciudad, y ya por otras
ideas que a su gentilismo modo de pensar les sugeria el demonio, quise volver-
me a Copacavana, e interpuse cuantas diligencias, fueron dables; mas no me
fue posible, atento a que los dichos 60 Yndios infalibles en el cumplimiento de
conducirme, solo ofrecian el quitarme la vida. Por lo que y aspirando a lo que
la Divina Providencia determinase segui la derrota hasta que me entregaron
los Conductores ante el consabido Tupac Catari el dia que se contaron 15 de
abril como, a horas ocho de las mañana. Y presentado que fui a su presencia
conoci a un Yndio bien ridiculo como de edad de 30 años, vestido de unifor-
me con una camiseta de terciopelo negro, y con su bastan, a quien saludé y su
acompañamiento en castellano; a que me respondió no hablase en otra lengua
que no fuese la Aymará, cuya Ley tenia impuesta pena de la vida, por lo que no
observé otra regla sino aquella, y seguimos comunicando varias expresiones
de recien venido. Y como lo hubiese encontrado en el tercer Cabildo (de 24
que tenia en todo el Cerco de la Ciudad con otras tantas horcas, y rollos) desde
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