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Nueva Colección Documental de la Independencia del Perú
La rebelión de Túpac Amaru II
dias hasta que perdieron las esperanzas, y tramaron ya entonces otros nuevos
ardides, siendo el principal Director de estos el celebre tuerto Guaina Capac.
Es cierto que como en el Alto nada se ignoraba de quanto se disponia
y pasaban en pro o en contra de la Ciudad por medio de los muchisimos De-
sertores de ambos sexos, corria la noticia de que esperaban los Españoles el
auxilio de los Charazanes, y de otros varios Lugares cercanos a Sorata, combo-
yados por un Dn. Juan Simbron. Ve aqui que ya el tuerto Guaina Capac tuvo
margen para la idea de formar con los vestidos y uniformes que tenian bas-
tantes de los espolios, y de los que morian en la guerra, o a extramuros de la
Ciudad a tiempo que salian en solicitud de traer leña, u otra cosa (que tal vez
el destino, o la ingente necesidad les precipitaba) unos Soldados o Compañias
que sin embargo de ser compatriotas puestos estos en contraposicion fingie-
sen pelear a lo vivo en la entrada del camino que llaman de Lima con algunos
Yndios. Preparado todo asi a la vista de la Ciudad, hacian veinte correrias
los Cholos e Yndios vestidos: ya destapiaban el camino botando piedras, y ya
corrian a cavallo otros en trages de Españoles. Esto mismo executo el imben-
tor Guaina Capac que se puso muy galan y sobre un caballo enjaesado pero
nada de esto surtio el efecto que deseaban. Por ultimo determinaron embiar
un Propio con Carta fingida de un cierto sugeto que desde luego entro en la
Ciudad pidiendo auxilio; y viendo que sin embargo en bastante rato no salían
a reforzar aquel auxilio que en realidad parecia estar chocado con la Yndia-
da del Alto, se arrojo con el mayor empeño el dicho Guaina Capac a picar el
cavallo hasta media cuadra de una de las trincheras o Puente nuevo de San
Sebastian quedandose a mayor distancia dos o tres Escuderos que trahia de
suerte que como venian gritando: AUXILIO A FAVOR DE LOS ESPAÑOLES,
y bolviendo a un tiempo la rienda (presumia) que estos como le viesen tan
bien portado, crerian de positivo el engaño, y aunque iban a retroceder, no lo
pudo lograr, porque prontamente le echó a mano un Soldado (que parece le
conoce por la lesion del ojo) que al fin le fue preciso el salir aun en el caso de
que ya se huviese desatado la duda; y recelos justos de que todo aquello era
una ficcion. No es poderable el gusto que se tubo en la Ciudad, sabiendose que
por permision Divina ya se veia libre de aqueste Estadista cruel que instaba el
barbaro animo de Catari.
Perdida asi mismo esta empresa y consolados con la multitud de Yn-
dios fieles y cholos que salían de la Ciudad, en algun modo gyraban tam-
bien sobre los arbitrios de abrigarlos, y no de consumirlos a deguello. Mas no
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