Page 102 - La Revelión de Tupac Amaru II - Vol. III
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Volumen 3
Inicio de la rebelión
seso han procedido y proceden, perdiendo todo el tiempo que se pudo haber
aprovechado con las intestinas desavenencias, emulaciones y etiquetas en que
no se ha incluído Don José Lagos, quien faltándole ya la paciencia se separó y
fue necesario mi empeño y un oficio verbal, que mandé al Corregidor para
que volviese a incorporarse. Lo que pide igualmente remedio y entretanto,
que Su Excelencia autoriza un sujeto de su satisfacción, juzgo necesario se dé
toda la facultad con independencia de la que se nombra Junta a Don Manuel
Villalta, pues en medio de la triste situación, en que se hallaba la ciudad, hoy
logra este moribundo la única vitalidad con que lo tiene animado el honroso
espíritu y pericia militar de este caballero, quien luego que tuvo noticia de la
congoja en que nos hallábamos marchó a esta ciudad con su tropa de provin-
cia, haciendo volver del camino las familias y personas que habían salido a
imitación perversa de Don José Andía y Don Andrés Gras, pues pudieron
escapársele por su artificio y aceleración: Este caballero que destinó Dios para
consuelo de la ciudad, ha puesto en algún tino el ejercicio militar y las funcio-
nes necesarias, para el reparo, tales cuales pueden disponerse en un lugar de
vecinos tan inexpertos, pocos y pobres de armas. A este móvil debemos cuan-
to se ve hoy de norte al consuelo aunque sin otro socorro, sólo podremos
triunfar por un milagro.— Considerando demasiado debil el real erario, sin
embargo de no haber tenido incitativo alguno por la Junta de Guerra, tuve por
conveniente y necesario, hacer presente al estado eclesiástico sus obligaciones
de gratitud al soberano, convocando para ello en mi casa a todos mis canóni-
gos, curas y prelados regulares, que prontamente concurrieron a la Asamblea:
En esta produje todo lo que me inspiraban Dios y mi corazón, reconocido a
los beneficios del Rey. Híceles manifestación de mis deseos y cortas facultades
a los asistentes, acordándoles la condenación que hice de las cuartas de Gede-
vacante, sin ejemplo, añadiendo los gastos de mi conducción y residencia de
seis años en la ciudad de La Plata, con motivo del Concilio Provincial, que
acaba de celebrarse y que no obstante la penuria en que me habían dejado tan
crecidas esperanzas, ofrecía y aprontaba en servicio de Su Majestad por mi
parte, por los tres monasterios y el Colegio Seminario doce mil pesos. El Pa-
dre Provincial de La Merced, sin estímulo alguno que le estrechase a reserva
de mi proposición general, expuso con extensión los deberes de su orden y los
demás, recomendando las causas que superabundantemente debían impulsar
las comunidades religiosas a demostrar su mayor franqueza y amor al Rey, y
los intereses del estado, concluyendo con la oferta de dos mil pesos y en caso
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