Page 699 - La Revelión de Tupac Amaru II - Vol. III
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Nueva Colección Documental de la Independencia del Perú
La rebelión de Túpac Amaru II
tor, sobre que hubo varios dictámenes opuestos, porque sólo distábamos cinco
a seis leguas de Tungasuca, pero nos dividía un río caudaloso, sin vado regular
para pasar nuestras tropas y los puentes y oroyas todos cortados: Ultimamente
convenimos todos en ir a pasarlo por las balsas de Pilpinto, que es una quebrada
y pueblo que se sitúa en la doctrina de Accha, Provincia de Paruro, a cuyo destino
levantamos nuestros campos el día dos del que corre y llegados el día cuatro a los
altos de la quebrada expresada, entramos en ella con una compañía de fusileros a
reconocer el pasaje del río y demás terreno, el Coronel Don Isidro Guizasola, Don
José María de Acuña y el Licenciado Don Juan Carlos García, Cura de Guayllate
y reconocido por estos señores ser oportuno su tránsito (aunque con oposición
de los rebeldes que la iniciaron y previnieron luego que por sus espías advirtieron
nuestros designios) se determinó bajase nuestro ejército el día cinco a pasar el río
por algunas balzas, que se dispusieron para el efecto y ejecutado así; luego que los
rebeldes del pueblo de Acos (que está una legua en los altos de la banda opuesta)
nos sintieron, empezaron a disputarnos el paso con un cañón que colocaron en
uno de sus cerros y algunos fusiles y escopetas, de las cuales en el punto que nos
avistamos, se pasaron dos españoles con dos que se reconocieron ser del Rey, pero
con el cañón y los que le quedaban, nos hicieron varios tiros mientras transportá-
bamos los nuestros a aquella banda, en la que hacíamos lugar con nuestros fusile-
ros y cañones, con tanta felicidad de parte nuestra, que aunque las balas enemigas
se acercaban a los pelotones de los que se acercaban a embarcarse en las balzas,
no hicieron ningún daño, aunque pasaron algunas inmediatísimas al Corregidor
Don José María de Acuña y al Cura de Guayllate, disponiendo aquél ya en la otra
banda la gente que se conducía y éste despachando la de esta a otra parte; apuran-
do tanto los traidores con sus tiros, que sin embargo de haber pasado sólo ciento
y cincuenta fusileros, se vieron precisados el Comandante Don Manuel Castilla,
Don José María de Acuña y el Cura de Cuillurqui, que ya habían pasado a atacar-
los, lo que practicaron con tanta viveza y gallardía, que en el instante los desalo-
jaron de sus alturas y siguiéndolos hasta el mismo pueblo de Acos, les cogieron el
cañón e hicieron prisionero a Francisco Tupa Amaro, tío del vil José Gabriel Tupa
Amaro, y a Marcos Torre, Cacique de Acomayo, que fomentaban a los rebeldes de
este pueblo y defendían este paso, por orden del dicho José Gabriel Tupa Amaro y
juntamente quitaron a estos tumultuarios dos fusiles y una escopeta con algunos
otros prisioneros, que por parecer del Auditor de Guerra, el Doctor Don Julián
de Capetillo, fueron sentenciados a muerte y remitidos a la disposición del Señor
Visitador General, el Francisco Tupa Amaro y Marcos Torre, que con la guardia
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