Page 703 - La Revelión de Tupac Amaru II - Vol. III
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Nueva Colección Documental de la Independencia del Perú
             La rebelión de Túpac Amaru II
            y al entrar vi que la casa de la Cacica Tomasa, estaba en actual incendio, varios
            muertos en la plaza y calles, y muchos en la ladera, que está al salir del río, que
            puede haber cosa de cincuenta y al pasar a ver al Señor Comandante acababan
            de traer preso de Acomayo a Francisco Torres (alias el cachorro) mi feligrés en el
            pueblo de Corma, a quien luego lo sentenciaron a muerte y el Doctor Don Julián
            Capetillo, que viene portándose con gran entereza y cuidado en estos asuntos.
            Y especialmente con los reos rebeldes, tomada la confesión, hizo se suspendiese
            porque dijo, que había el reo confesado cosas equívocas y que todavía le sacarían
            otras. Yo me persuado ello, porque el dicho Francisco Torres es de espíritu malig-
            no, el que daba los arbitrios para robar a los que se fueron a la banda de Paruro,
            que a dos caciques españoles los ha dejado enteramente por puertas y el que co-
            rría por acá con las comisiones de la mujer de Tupa Amaro y es factible que sepa
            mucho de las disposiciones del rebelde. La demás gente de Corma, ha quedado
            absuelta y perdonada, pues no es de la excluida en el bando del Señor Visitador.
            El ejército se detuvo en Acos hasta ayer domingo, porque no fue posible que en
            un día pasasen ambas columnas el río en balzas y para ayer mismo quedaron
            de avanzar el alto de Sangarará. Estos pueblos quedan sosegados, con estar ya la
            gente sin sujeto que los mueva y todos se han reducido a sus casas, a excepción de
            aquellos que están excluídos del perdón, que no se donde paran. Ayer me dijo un
            indio de esta Doctrina que fue preso a Tinta, que habiéndome visto Tupa Amaro
            estrechado del Señor Inspector, tomó la fuga con toda su familia y no sabe dónde;
            que a él y otros presos que estaban en la cárcel los botó abriendo las puertas el
            Cura de Santo Tomás. No soy mas lato, porque los caballeros de la columna de Co-
            tabamhas me ha encargado ponga en esa ciudad unos pliegos para el Señor Virrey
            y el Señor Visitador, con toda brevedad. Nuestro Señor guarde a Vuesa Señoría
            Ilustrísima muchos años.— Pirque y abril nueve de mil setecientos de ochenta y
            uno.— Besa la mano de Vuesa Señoría Ilustrísima su más rendido súbdito y sien-
            do Capellán.— Francisco Javier de Aldazabal.— Ilustrísi Señor Doctor Don Juan
            Manuel Moscoso y Peralta.—

                    Enmendado.— Comisarios.— Concedió.— leña.— Vale.— Entre renglo-
            nes: al.— nos.— Vale.—

                    Concuerda este traslado con los autos originales de su contexto, de donde
            se sacó y quedan archivados, en esta Secretaría de mi cargo, a que me refiero. Y
            para que conste donde convenga, de mandato verbal de su Señoría Ilustrísima doy
            el presente en la ciudad del Cuzco en trece días del mes de abril de mil setecientos



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