Page 701 - La Revelión de Tupac Amaru II - Vol. III
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Nueva Colección Documental de la Independencia del Perú
La rebelión de Túpac Amaru II
positivamente debemos a éstos los felices progresos, que de nosotros se decanten,
pues es constante el infatigable celo e imponderable actividad con que Don José
María de Acuña, desde el instante que llegó a Haquira, se ha interesado en la or-
denación de la tropa; en d cuidado de centinelas y rondas, y que cada uno cumpla
con su obligación, disciplinándolos a costa de sus continuos desvelos y personales
ejercicios; como asimismo, en las asistencias y prudente economía de los víveres;
y al tiempo que en las disposiciones de nuestras rutas, ha manifestado su maduro
talento, se ha hecho siempre notable en las batallas su desembarazado espíritu y
expedito ánimo; concluyendo en fin con asegurar a Vuesa Señoría Ilustrísima, sin
pasión, ni hipérbole, que a no haber concurrido por nuestra felicidad en Don José
María de Acuña de tan recomendables propiedad, dudo del éxito que contamos
en esta dichosa columna. No menos tenemos por preciosa felicidad y principa-
lísimo eje de nuestros progresos la concurrencia del predicho Teniente Coronel
Doctor Don Julián de Capetillo, cuando después de haber asistido con notable
esmero en los actos antedichos y con igual presencia de ánimo en los peligros de
las refriegas a la frente de su respectiva columna, ha sido el iris de nuestra unión y
el amigable componedor de los infinitos disturbios que son regulares a un congre-
so de tan distintos genios y caracteres casi diametralmente opuestos. No decimos
por esto que al Coronel Don Domingo Mannara no se le deba su atención, por su
Ministerio y su buen genio; ni que al Teniente Coronel Don Francisco Laysequilla
se le quite sus méritos que tiene asegurado con sus anteriores operaciones, ni que
haya sido inútil en la expedición; pero hablando con la punidad debida, no han
tenido en nuestras conciencias la distinción de los dos antedichos. Y concibiendo
nosotros, que el no distinguirlos en su carta la notoria y plausible justificación del
Señor Visitador General, como lo quisiera nuestra integridad y a todas luces de-
bida justicia, es sin duda por no estar informado este Señor de la verdad del caso:
ocurrimos por mera razón y desapasionada justicia al respecto y balimiento de
Vuesa Señoría Ilustrísima, suplicándole encarecidamente, que siendo de su bene-
plácito y teniendo oportunidad, se sirva impartirle a aquel Señor, la justicia en esta
parte, no dudando le será muy agradable a quien con tantas veras desea justamen-
te distribuirla; y nuestro afecto y rendimiento, añadirá este obsequio a los muchos
que recibimos de la grandeza de Vuesa Señoría Ilustrísima. En esta oportunidad
se ofrece añadir a las noticias que tenemos impartidas a Vuesa Señoría Ilustrísima,
haberse rendido y reducido a las reales banderas de Su Majestad, la Doctrina de
Acomayo, que estaba enteramente por el rebelde y en su confirmación nos entre-
garon un cañón que les había dado éste para que se defendiesen, como asimismo,
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