Page 594 - La Revelión de Tupac Amaru II - Vol. III
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Volumen 3
Inicio de la rebelión
que no hubiera alcabala, aduana, ni mina de Potosí y que por dañino se le
quitase la vida al corregidor Don Antonio Arriaga y que el declarante oyendo
esto, creyó fuese efectivamente orden de Su Majestad y que con sus compañe-
ros conferenció esto y ellos pensaron del mismo modo y le dijeron que como
había sido Gobernador del Tucumán el dicho Arriaga que tal vez habría co-
metido algún grave delito Que estando en esto, vio que sacaron a dicho Corre-
gidor una partida de granaderos, que entre ellos venía suelto y acompañado
de tres clérigos sacerdotes, que lo venían auxiliando y con efecto le pusieron al
pie de la horca donde le remacharon un par de grillos, y que subió el verdugo
sobre una mesa arrimada al Corregidor, que estaba de pie y le quitó el vestido
que traía y le puso un hábito de San Francisco y que después los subieron a la
horca, que lo echó el verdugo con la soga y que habiéndose rompido ésta cayó
con el verdugo, que después unos cuantos minutos se levantó el Corregidor
con las ansias de la muerte y que con esta novedad oyó el declarante voces que
decían: lazo, lazo; y que luego trajeron uno de los que sirven para enlazar mu-
las que el verdugo se lo puso al pescuezo y allí mismo lo acabó ahogar. Que
concluida esta función o tragedia se retiraron los españoles e indios y se les dio
orden para que no se fuesen del pueblo hasta segunda orden y que no obstan-
te el declarante pidió licencia al dicho capitán, Don. Melchor Castelo para
volverse al pueblo de Sicuani, su residencia por ocupaciones que le ocurrían,
que con efecto se le concedió y que salió de aquel pueblo de Tungasuca al ama-
necer del siguiente día sábado once del corriente, en que llegó al de Sicuani
por la tarde, en donde le preguntaron las gentes por el suceso, de que vio llorar
algunas mujeres de sentimiento y que al día siguiente domingo por la tarde, se
encontró en la calle con Don Ramón Vera, vecino del mismo pueblo de Sicua-
ni y estanquero de tabaco en él y le dijo al declarante, que abriese su tienda que
tenía que decirle y que habiendo entrado en ella le dijo, amigo, váyase vuestra
merced incontinenti de este pueblo, lo más tarde dentro de media hora, que
así le convenía y que se lo advertía como amigo, porque se iban a poner guar-
dias a la entrada y salida del pueblo, a lo cual le respondió el declarante, que
por qué se había de ir, que él no era ladrón, ni había hecho mal a nadie, a lo
cual le replicó el dicho Vera, que es patricio del pueblo, que se fuese inmedia-
tamente que así le convenía. Con lo cual resolvió venirse a toda prisa dejando
su tienda y su ropa y que llegó a este pueblo de Santa Rosa esta mañana a las
siete y desde luego se presentó al señor de él y le relató todo el suceso y añade,
que oyó decir, antes de salir del pueblo de Tungasuca, que tenían ánimo, así el
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