Page 592 - La Revelión de Tupac Amaru II - Vol. III
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Volumen  3
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                    (Al margen: Declaración).
                    En dicho pueblo de Santa Rosa, provincia de Lampa y en el expresado
            día, mes y año, habiendo comparecido ante mí Don Lorenzo Sata y Subiria,
            Corregidor por Su Majestad de la de Azángaro y Juez Comisionado del señor
            Visitador General de estos reinos para los asuntos que se refieren en el ante-
            rior e:xorto, Don Santiago Bolaños de nación genovés, a quien le recibí jura-
            mento que lo hizo por Dios Nuestro Señor y una señal de cruz y so cargo de él
            prometió decir verdad en los que fuere preguntado, y siéndolo al tenor de las
            noticias expresadas en dicho exorto dijo: Que se halla residiendo hace cerca
            de un año en el pueblo de Sicuani de la provincia de Tinta, distante de este
            pueblo catorce leguas, ejercitado allí con su trabajo de hacer jamones, chori-
            zos, salchichones y otras comidas y que el día ocho, hallándose en aquel expre-
            sado pueblo llegó orden que no vio; pero así se divulgó del Corregidor de
            aquella provincia Don Antonio Arriaga para que inmediatamente pasasen los
            españoles y mestizos, fuesen o no fuesen milicianos al pueblo de Tungasuca,
            distante de Sicuani siete leguas. Y al día siguiente nueve, que llegó otra orden
            que dijeron ser del mismo Corregidor en que mandaba concurriesen los caci-
            ques con sus indios y que las mismas órdenes fueron a los demás pueblos de
            las provincias. Que con efecto en el mismo día nueve, pasó el declarante a
            cumplir con el orden en compañía de las demás gentes del pueblo y milicianos
            y llegaron como a las cuatro de la tarde, y preguntó por el Corregidor para
            presentarse a él y lo mismo los demás compañeros y se le respondió que no
            tenían noticia de él y al siguiente día se les dijo que estaba preso en la casa del
            cacique de dicho pueblo Don José Tupa Amaro y con un par de grillos y que
            al oir esto pensó el declarante sería por alguna superior orden, que también
            oyó a algunos que se decía era orden del Rey. Que en esto se pasaron algunas
            horas sin saberse otra cosa y que vio que iban llegando de los pueblos de la
            provincia los españoles y mestizos con los indios y sus caciques y después
            como a las dos de la tarde, vio que en un caballo blanco venía el dicho Caci-
            que. Que había ya dado orden a los caciques y a los oficiales de milicia para
            que previniesen aquellos a los españoles y mestizos y estos a los indios para
            que concurriesen a una pampa o llanada extramuros del mismo pueblo, que
            desde luego lo cumplieron y que no sabía el declarante a que iban, y llegado a
            ella el dicho Cacique a caballo, mandó en castellano y en lengua índica en voz
            alta e inteligible que se formasen en columna los españoles aparte de los indios
            y que hicieran cerco o una o aquellos en una fila y los indios que hicieran lo



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