Page 580 - La Revelión de Tupac Amaru II - Vol. III
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Volumen  3
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                    Cuarenta libras de pólvora fin
            Herramientas
                    Veinte lampas de España.
                    Doce idem de otra fábrica.
                    Seis barretas.
                    Once sacatrapos españoles.
                    Una tinaja de sal.
                    Esta razón es de lo existente hasta hoy dia veinte y ocho de noviembre
            de mil setecientos ochenta años.




                    (Al margen: Otro)
                    Don José Gabriel Tupa Amaro, indio de la sangre real de los Ingas y
            tronco principal. Hago saber a todos los vecinos, moradores, estantes y habi-
            tantes en la ciudad del Cuzco y sus inmediaciones de cualquier estado, calidad
            y condición que sean. Como los repetidos clamores que los naturales de estas
            provincias me han echo incesantemente de los agravios que se les infieren por
            varias personas, como por los corregidores europeos y que, aunque habían
            producido varias justas quejas a todos los tribunales, no hallaban remedio
            oportuno para contenerlos y que, pues, yo, como el más distinguido debía
            mirarlos con aquella lástima que la misma naturaleza exige y más con estos in-
            felices. Mirando todo esto con el más maduro acuerdo ya que esta pretensión,
            no se endereza en lo más leve contra nuestra religión católica, sino a suprimir
            tanto desorden. Después de haber tomado por acá, aquellas medidas que han
            sido conducentes a la conservación de los españoles criollos, mestizos, zam-
            bos, mulatos e indios y su tranquilidad, he tenido por indispensable amones-
            tar como amonesto a mis amados compatriotas y en caso necesario mandarles
            no presten obediencia, ni den auxilio a los jueces de dicha ciudad, ni sus con-
            tornos para efecto de sorprenderme, ni a mis allegados, porque en este caso
            experimentarían sus habitadores todo el rigor que el día pide, sin reserva de
            ninguna persona con más particularidad contra las de Europa, mirando en
            esto a cesen las ofensas de Dios. Para cuyo desempeño están a mis órdenes
            cuatro provincias y otras que solicitan mi amparo para sacarla de la injusta
            servidumbre que han padecido hasta el día, en que espero que la Divina Cle-
            mencia me alumbrará para un negocio que necesito de toda m asistencia para
            su feliz éxito. Y para que así se tenga entendido se fijarán ejemplares de este



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