Page 343 - La Revelión de Tupac Amaru II - Vol. III
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Nueva Colección Documental de la Independencia del Perú
             La rebelión de Túpac Amaru II
            po de esta Diócesis, del Consejo de Su Majestad, se congregaron en la Casa
            Episcopal, los señores del Venerable Dean y Cabildo de esta Santa Iglesia Ca-
            tedral, a saber: Don Simón Jiménez Villalva, Arcediano; Don Juan Antonio
            Tristán, Provisor; Don Francisco Javier Calvo y Antequera, Chantre; Don Ma-
            nuel de Mendieta, Maestre Escuela; Don Antonio Joaquín de Yépez, Tesorero;
            Don José Pérez, Canónigo Penitenciario; Don José Mozo de la Torre, Canóni-
            go de Merced y Don Pedro Gallegos, Racionero; y los Reverendos Padres Pre-
            lados de las sagradas religiones, Maestro Fray Pedro de la Sota, Provincial de
            la Orden de Nuestra Señora de las Mercedes; Fray José Colomina, reformador
            del Orden de San Juan de Dios; Fray Agustín Aragón, Prior de Santo Domin-
            go; Fray Tomás Bustamante, Guardián de San Francisco; Fray Luis Cuadros,
            Prior de San Agustín; Fray Lorenzo Espinoza, Comendador de la Merced;
            Fran Juan de Dios Rodríguez, Prior de San Juan de Dios; Fray Manuel de la
            Encarnación, Prefecto de los Betlemitas; a que asistieron igualmente los recto-
            res de los colegios, varios religiosos de las referidas órdenes y el Promotor
            Fiscal Eclesiástico Doctor Don Miguel de Iturrizarra; a quienes el expresado
            Señor Ilustrísimo les habló difusamente, sobre el estado fatal en que se hallaba
            la ciudad, con la rebelión excitada en los pueblos inmediatos por el Cacique de
            el de Tungasuca José Tupa Amaro; el inminente detrimento a que estaba ex-
            puesta, teniéndose noticia segura de hallarse el rebelado en el pueblo de Qui-
            quijana, diez leguas distante de esta capital, a la frente de diez mil indios arma-
            dos de tropa y seiscientos entre mestizos y españoles, y los gravísimos daños y
            perjuicios que se previenen a la religión, al Rey y a la república, exhortándolos
            fervorosamente, a que con el más ardiente celo, se empeñen en concurrir a la
            defensa de la ciudad, ya con ruegos y oraciones al Dios de los ejércitos, para
            que desbarate con su omnipotente brazo las inícuas maquinaciones del rebel-
            de, ya amonestando a todos los fieles en púlpitos y confesionarios, a mante-
            nerse leales a su Rey y señor natural Don Carlos Tercero y ya también toman-
            do las armas, para rebatir estos depravados proyectos, por exigirlo la
            naturaleza de las causas indicadas, por las que en todos derechos, natural,
            positivo, divino y humano son obligados como miembros del estado, a sacri-
            ficar sus vidas y haciendas, haciéndoles presente esta acción obligatoria, lo que
            disponen los sagrados cánones, leyes reales y convencen los ejemplos sagra-
            dos. Que su Señoría Ilustrísima, para este fin tan santo y loable, no reservaba
            su sagrada persona, ni los oportunos auxilios de su caudal, con que ofreció
            contribuir gustoso para que se compren armas de todas especies, municiones



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