Page 339 - La Revelión de Tupac Amaru II - Vol. III
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Nueva Colección Documental de la Independencia del Perú
             La rebelión de Túpac Amaru II
             tivo tuvo el cacique Tupa Amaro, para ahorcar al corregidor? respondió, que
             no sabe la causa y que sólo la atribuye a la violencia del genio del finado corre-
             gidor y el mal tratamiento que daba a todos en general. Que en este interme-
             dio despachó Tupa Amaro cuarenta soldados, para que prendiesen a Don
             Francisco Cisneros y que lo trajesen muerto o vivo, y lo prendieron en el pue-
             blo de Yanaoca y puesto con una par de grillos y sus esposas, lo trajeron a la
             cárcel de la casa de Tungasuca, donde se mantiene aligerado ya de sus prisio-
             nes, perdonada la vida con cargo de que le sirva a Tupa Amaro, como su Ase-
             sor en el Gobierno; y esto dijo el declarante, que lo sabía por ser pública voz y
             fama, y los demás familiares del corregidor, como son Don Manuel de San
             Roque y don Miguel de Alvarado, todavía los mantenía presos, ignorándose el
             castigo que les daría, como también a Don Bernardo de La Madrid y a Don
             Antonio Figueroa, aunque se publicaba por cierto que a La Madrid lo ahorca-
             ba el día trece o catorce del presente y a éste como dueño y administrador que
             era del obraje de Pomacanchi lo deshizo enteramente, hasta los cimientos,
             aprovechándose de todos sus bienes de plata y mulas y tres pearas de ropa que
             en él había, con otros aperos del obraje, la repartió entre la gente de guera, que
             tiene armada el dicho Tupa Amaro. Y siéndole preguntado al declarante, si
             este mencionado cacique ha hecho algunas extorsiones en la Provincia de
             Tinta o en las inmediatas? respondió, que en la de Quispicanchi, había pasado
             a la casa del corregidor Don Fernando Cabrera el domingo doce del presente,
             habiendo entrado primero en el pueblo con gran estrépito de tropas de caba-
             llería e infantería, compuesta de indios y mestizos, y después de haberla pa-
             seado dando vuelta la plaza con cajas y clarines, y batimientos de banderas,
             que son dos, una blanca y otra colorada, y hecha la salva con los fusiles, pasó
             con porción de soldados y no hallándolo en ella por haberse venido a esta
             ciudad el día antes, recogió todos sus bienes, como también los de sus familia-
             res y haciéndolos poner en medio de la plaza, los repartió entre la tropa; y
             promulgó después el bando que acostumbra; que no hayan corregidores en las
             provincias, que no paguen tributo, alcabalas, obvenciones, ni otra cosa alguna
             de derechos, que ésta es la orden de Su Majestad y que tampoco hayan obrajes,
             ni cárceles en los pueblos, y por esta razón, lo primero que hace es hechar a los
             reos que en ellas hay y después el quemarlas. y arruinarlas sus paredes hasta
             los cimientos; hecho todo lo expresado, dijo el declarante, que al salir del pue-
             blo, para pasar al obraje de Parupujio a destruirlo, como lo ejecutó, dejó las
             órdenes a los caciques y principales, como a los demás del pueblo, que si el



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