Page 340 - La Revelión de Tupac Amaru II - Vol. III
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Volumen  3
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            corregidor o su Teniente viniesen en su ausencia, que en nada lo obedeciesen,
            sino antes prontamente los matasen y los hechasen al río y que a los indios no
            les cobrarán tributos y recogiendo de ellos la plata que ya tenían apercebida de
            este ramo y lo mismo del cobrador, por lo perteneciente al corregidor se lo
            guardó, dejando el pueblo todo cercado, la iglesia y casa del cura por temer
            estuviesen escondidos el dicho corregidor y su teniente en alguna parte de
            estas, aunque ya había hecho tocar entredicho, para el reconocimiento de la
            iglesia, la que no le permitió abrir el cura. Asimismo, que dejó orden a la gen-
            te, que tuviesen cuidado con el pueblo, estuviesen prontos para la madrugada
            del lunes trece, para pasar a los pueblos de Urcos y Huaroc, y destruir el obra-
            je de este nombre, que hay en aquel pueblo. Y siéndole preguntado al decla-
            rante ¿que por qué motivo se había venido tan precipitadamente a esta ciudad,
            dejando su doctrina y sin la precisa licencia de su prelado? respondió, que por
            haberse visto en términos de perder la vida y haber escapado milagrosamente,
            porque el referido Tupa Amaro, en primer lugar, tiene odio a la nación euro-
            pea y presumiendo éste, que hubiese dado cuenta a esta ciudad de la muerte
            ejecutada al corregidor Arriaga, reconoció este odio por haber hecho que el
            Ayudante de Tungasuca, le escribiese una carta engañosa, para que asistiese al
            entierro hoy lunes y ya estaba enterrado el día antes domingo. Asimismo, por-
            que habiendo salido el declarante el sábado once de su pueblo con toda acele-
            ración a las cinco de la tarde, para el pueblo de Quiquijana, lo siguieron seis
            soldados de dicho cacique y se refugió en la casa del cura de aquel pueblo,
            donde halló al corregidor Don Fernando Cabrera y le dijo ¿cómo está vuesa
            merced aquí tan descuidado, cuando tendrá vuesa merced aquí al cacique
            Tupa Amaro de madrugada para matarlo, con porción de gente que viene?. El
            corregidor oído ésto, prontamente se puso en camino para esta ciudad, por lo
            que ha merecido escapar la vida, pues como lleva dicho, vinieron y destruye-
            ron todos los bienes de su casa, saqueando todo sin dejarle nada y presumien-
            do el dicho cacique, que el declarante le hubiese dado parte le tomó más abo-
            rrecimiento y empezó a practicar las más vivas diligencias, registrando la casa
            del cura; y queriendo registrar la iglesia, donde el declarante se hallaba y esta-
            ba dos dias con sus noches, refugiado detrás de un nicho y siempre temeroso,
            no quebrantase la inmunidad y viendo que no podía lograr su intento, dejaba
            la casa del cura y la iglesia, cercada con bastantes soldados. Por último tuvo
            forma ayer domingo a las nueve de la noche, temeroso de que llegase su últi-
            mo fin, de padecerlo en el camino y buscando caminos extraviados, por donde



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