Page 345 - La Revelión de Tupac Amaru II - Vol. III
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Nueva Colección Documental de la Independencia del Perú
La rebelión de Túpac Amaru II
contribuir con sus personas o compañías, o con sus haberes, y que en su ob-
servancia aprontaría los religiosos aptos a tomar las armas, en número de cua-
renta y ocho, y también exhibiría la cantidad de mil pesos de las rentas de su
religión para las costas de la defensa y que·su persona la dejaba a la disposi-
ción de su Señoría Ilustrísima, para aquello que fuese servido mandar: El Re-
verendo Padre Reformador de San Juan de Dios, Fray José Colomina, ofreció
veinte sujetos en la misma conformidad, quedando los necesarios para la asis-
tencia de los enfermos del hospital, con dos mil pesos para gastos de las rentas
que pudiesen cobrar; y finalmente por común aclamación expresaron todos,
que nada había reservado en sus casas y en las arcas de sus conventos, para
emplearlo en tan justo y loable destino. Y cuanto al pensamiento de los emisa-
rios, representaron serias dificultades, que ofrecía su ejecución; pero en juz-
gandose precisa y preferible a los inconvenientes esta resolución, desde luego
destinarían los sujetos de la calidad insinuada, que fuesen del superior arbitrio
de su Señoría Ilustrísima. Además de lo dicho propuso el Señor Arcediano
Don Simón Jiménez Villalva su parecer reducido, a que siendo el presente
caso, uno de los que previenen los sagrados cánones, el uso de las censuras
eclesiásticas, parecía indispensable fulminar estas formidables armas, tanto
para castigar el rebelde usurpador de los reales derechos, de las vías públicas,
perturbador de la paz, de la república, incendiario, ladrón público y asesino,
que todos estos delitos le comprenden, según las relaciones uniformes que se
han tenido, como para que los demás sorprendidos de ellas se retraigan de
comunicarlo, seguirlo o prestarle auxilio y favor, a lo que contradijo lo demás
de la Asamblea significando que los indios por su naturaleza rústica, no eran
capaces de censuras, que estas respetables armas, quedarían inútiles en el caso
y expuestas al desprecio y que en lugar de enfrentar la audacia del rebelde
servirían para irritarlo más, y que fuesen mayores los daños: En este estado se
hicieron presentes los señores Don José de Andía, Contador de la Real Caja de
esta ciudad, y Don Pedro Vélez, Corregidor que fue de la Provincia de Quispi-
canchis, y pidieron a su Señoría Ilustrísima se sirviese darles audiencia secre-
ta, con lo que se retiró a su gabinete, y a breve rato de haber estado con ellos,
llamó a los señores canónigos y Reverendos Padres Prelados y a su Promotor
Fiscal, les significó como aquellos caballeros solicitaban de su Señoría Ilustrí-
sima a nombre de la Real Junta de Guerra, la legacía de cuatro o seis religiosos
sacerdotes, que partiesen de pronto a hablar con el cacique y retractarle de su
infiel y pernicioso intento, y que viesen lo que les parecía; sobre lo que confirieron
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