Page 344 - La Revelión de Tupac Amaru II - Vol. III
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Volumen 3
Inicio de la rebelión
y todo cuanto se necesite, para levantar un cuerpo de milicia respetable, com-
puesto de todos los eclesiásticos, estantes y habitantes en esta ciudad, tanto
seculares, como regulares, en que se incluye el gremio de Universidad de los
dos colegios de San Antonio y San Bernardo, a fin de que se dispongan a to-
mar las armas, los jóvenes que pasen de catorce años. Asimismo propuso su
Señoría Ilustrísima, que siendo la causa tan grave y urgente, era prudencia
tentar todos los arbitrios que parezcan convenientes para que sin llegar a los
extremos dolorosos de efusión de sangre, se·aparte al sublevado cacique del
audaz propósito de invadir la ciudad y demás pueblos de las provincias; que
uno de ellos era enviarle emisarios de la misma jerarquía eclesiástica, diputa-
dos entre el clero y religiones, sujetos que por su crédito, celo de la religión y
circunspecta conducta, les salgan al encuentro a persuadirle, por todos los
medios que les sugiriese el espíritu desista de su temeraria empresa, teniendo
presentes los ejemplos del efecto que prdujeron semejantes representaciones
del sacerdote Yaddus en Jerusalen, para con el Magno Alejandro y del Pontifi-
ce San León Primero, llamado también El Grande, con el tirano Atila. Que
oída y entendida por la mencionada Junta, respondieron los señores del Vene-
rable Dean y Cabildo, estaban prontos y resignados a sacrificar sus vidas en
servicio de Dios y del Rey, y los referidos Reverendos Padres Prelados, contes-
taron del mismo modo que ellos y sus comunidades (a reserva solamente de
los inválidos y de algunos pocos, para que no cesen los divinos oficios en el
coro) resueltos a salir a la campaña; pero que obstaba la falta de armas, que es
tanta, que ni aún los Seculares han podido conseguir, las que necesitan para
esta empresa, como también la penuria de pólvora y municiones, pues se sabía
que apenas se hallaron dos arrobas y media para proveer el Cuartel Militar,
por cuyo defecto les requirió nuevamente su Señoría Ilustrísima, con esclare-
cimiento, procurasen proveerse de ellas como les fuese posibles y lo hiciesen
constar junto con el número de religiosos que cada uno tenía expeditos, res-
pecto a que por lo que toca al clero secular estaban dadas las órdenes para que
se formaran las listas y por ellas fuesen todos citados, debiendo venir armados
con las que encontrasen: Y a su consecuencia, expuso el Reverendo Padre Pro-
vincial de la Merced, Fray Pedro de la Sota, que por la Ley tres, Título diez y
nueve de la Segunda Partida, estaba prevenido, que siendo mas ignominioso
al respeto del soberano, los movimientos de rebelión domésticos, están obli-
gados a concurrir en ellos, a la defensa de la ciudad todos los vecinos, sin ex-
cepción de privilegiados por el Rey, ni de orden alguna y que todos deben
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