Page 271 - La Revelión de Tupac Amaru II - Vol. III
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Nueva Colección Documental de la Independencia del Perú
             La rebelión de Túpac Amaru II
            sus tropas con los reclutas que hacian sus Comisionados, enriqueciendose al
            mismo tiempo con los robos y el saqueo de quanto consideraba necesario y
            util para satisfacer su ambicion, y tener con que gratificar a los que siguiesen
            su partido.
                    De hecho llevado de estas temerarias ideas discurria como un rayo
            por los Pueblos, cometiendo atrocidades inauditas, y matando a todo Europeo
            que encontraba, y aun a todos aquellos que se le resistian. Con estas barbaras
            crueldades quedaron tan atemorizadas las Provincias que solo esperaban a
            que entrase en ellas el traydor para rendirle la obediencia: bien sea que con
            una resignacion forzada de los efectos de su tyrania, le aclamaban Rey, Reden-
            tor, y Señor Propietario de los Reynos del Peru.
                    Estas aclamaciones lo ensobervecieron de manera que escribió varias
            cartas al Sr. Obispo del Cuzco, a su Provisor General y al Cabildo Secular.
            En una le prevenia con afectada hipocrecia los motivos de su rebelion, y en
            otra que despachase a sus respectivos Curatos a los Curas que justas causas
            removian de la asistencia a sus Doctrinas, y que sino lo hacia, tomaria el otras
            providencias. Le añadia que no venia sino con animo de remediar los daños
            que se experimentaban de los abusos e injustas introducciones, lo que no era
            contra Dios, ni contra la Religion: y finalmente que si la Ciudad no lo recibia
            en paz y con demostraciones de alegria como a su Restaurador, castigaria con
            un pronto incendio su temeridad.
                    Quando el Señor Obispo recibio estas Cartas (que solo con este fin
            perdonó el Rebelde la vida a un prisionero) ya lo havia fixado por escomulga-
            do desde el principio de su rebelion en todas las Yglesias de la Ciudad y Pro-
            vincias aliadas: como tambien a todos los que militaban baxo de sus banderas,
            o le daban auxilio y favor. Mando asimismo, que se fixasen. estos Cedulones
            en las Yglesias de aquella amotinada Provincia de Tinta, como a incendiario
            grazador de las vías publicas, tyrano usurpador de los Dominios del Rey: y
            finalmente por haber cometido el sacrílego atentado de poner fuego a las Ca-
            pillas publicas de los Obrajes de Pomacanchi y Parapuquio y reducir a cenizas
            un templo.
                    Poco tiempo permanecieron dhos. Cedulones puestos en las puertas
            de las Yglesias, porque el Rebelde los mandó quitar, y escribió una Carta al Sr.
            Obispo intentando probar no le comprendia la descomunion por los varios
            motivos que exponia sin fundamento. El estilo de dicha Carta no era igual a
            otras que havia dirigido, ni tampoco era correspondiente a un Yndio Arriero



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