Page 270 - La Revelión de Tupac Amaru II - Vol. III
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Volumen  3
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            y pueblos practicó el Rebelde lo mismo en orden al incendio de las Carceles,
            y al nombramiento de justicia mayor, y Caciques, aparentando su conducta
            con el especioso pretexto de que su animo solo era extinguir Repartimientos,
            Mitas de Minerales y Aduanas, para engañar con este velo de su ambicion a los
            Yndios incautos, que tambien por su genio propenso al robo han dado lugar
            a la seduccion viendose a tiro de saquear Estancias y Haciendas, como lo han
            hecho, en muchas de las que han arruinado en el Collao, donde huvo dia en
            que no bastaron quatro mil cabezas del ganado ovejuno para saciar las tropas
            rebeldes.
                    Estando el Rebelde cometiendo en Azangaro estas crueldades, recibió
            unos pliegos de su Corte de Tungasuca, para donde regresó aceleradamente
            dexando en aquel Pueblo por Justicia Mayor al Cacique de el de Juliaca nom-
            brado Juan Cavapasa.
                    A imitacion de las Provincias sojuzgadas por el traydor se declararon
            de su faccion otras de manera que oy cuenta bajo su mando. En todas ellas han
            experimentado los Españoles las mismas crueldades y hostilidades que los de
            Lampa y Azangaro, cuyos gravisimos perjuicios son irreparables. Todas las
            piezas de fundicion que encontró en las Haciendas, Obrajes e Yngenios, como
            son Paylas, Peroles & los hiso conducir a su Tungasuca para construir cañones
            y balas, en cuyas manufacturas y labranza de polvora trabaja con tezón. Dexe-
            mosle por aora en su Corte, y bolvamos a la situacion actual del Cuzco que es
            el objeto de su Conquista.
                    Sabida en la Ciudad del Cuzco la desgraciada suerte de los que salieron
            de ella contra el Rebelde, y perecieron en Sangarara, quedaron sus habitantes
            tan amilanados, que se dieron por perdidos. Consideraban por una parte que
            era ya entrada la Estacion de las Aguas, tiempo favorable al Rebelde y los su-
            yos como acostumbrados a aquel temperamento y por otra la distancia de mas
            de 200 leguas a la Capital de Lima de donde debian ir los principales auxilios
            con la dificultad de darlos pronto segun lo requeria la necesidad presente. No
            obstante la Junta de Guerra no perdio instante de dar sus Ordenes y avisos a
            las Provincias inmediatas, y tomar otras precauciones correspondientes a la
            defensa de la Ciudad; pero como los Caminos, estaban impenetrables a los Ex-
            presos por los Centinelas del Enemigo que interceptaban los pliegos transmi-
            tidos de una y otra parte, no se podia saber lo que el Rebelde obraba. El fin de
            éste era sojuzgar con anticipacion los Pueblos de las Provincias circunvecinas
            para impedir los socorros que pudieran subministrar al Cuzco, y para engrosar



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