Page 125 - La Revelión de Tupac Amaru II - Vol. III
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Nueva Colección Documental de la Independencia del Perú
La rebelión de Túpac Amaru II
Comandante Avilés, no obliga a la retirada al que mandaba la tropa, que veri-
ficó con más de dos mil hombres, inclusos los indios a las dos de la mañana.
El citado jefe, habrá tenido razones para esta determinación, pero dejado libre
el campo, sabemos que el rebelde ha avanzado hasta la parroquia de San Ge-
rónimo distante dos leguas de aqui y no sabemos si seguirá a avistarse a esta
ciudad; todo es persuadible de la audacia con que opera y la multitud de gen-
te que lo siguen. Dios nos dé espíritu y fortaleza para desbaratarlo y guarde a
Vuestra Señoría Ilustrísima los muchos años que deseo. Cuzco y enero tres de
mil setecientos ochenta y uno.—
(Al margen: Acompaño a Vuestra Señoría Ilustrísima, copia de tres
cartas de mis curas, para mejor inteligencia de los sucesos que aquí van referi-
dos y excuso incluir otras del celo, con que mucho se interesan en esta ocasión
en el servicio del Rey, por no molestar su atención).
Es copia de la carta original de su contexto, que escribió el Ilustrísimo
Señor Obispo del Cuzco al Señor Visitador General, doy fe.— Doctor Frias,
Secretario.—
(Al margen: Carta)
Ilustrísimo Señor Visitador General Don José Antonio de Areche.—
Ilustrísimo Señor.— Muy venerado Señor mío: en la última de tres del co-
rriente, que encaminé a Vuestra Señoría Ilustrísima, por la vía de Arequipa,
en el concepto de que enderezaba su ruta a esa ciudad, expuse todos los suce-
sos y acaecimientos causados por el traidor Tupa Amaro hasta entonces, se-
gún instruye el duplicado que acompaño. Hoy que por la correspondencia de
Lima, sabemos que la vereda elegida, es por la ciudad de Ica a la de Humanga
para internar en ésta, en cuyo tránsito supongo haber llegado a manos de
Vuestra Señoría Ilustrísima, la que dirigí con el Doctor Don Nicolás de Oré,
que mandé de expreso, se ofrece informarle cuanto ha ocurrido posterior-
mente.— Mas insolentado el rebelde con la retirada que hizo el Comandante
Valcárcel, de orden del Coronel Avilés, después del ataque sangriento en el
lugar de Sailla de la Doctrina de Oropesa, el mayor triunfo de nuestras armas;
determinó éste su marcha por los altos de Caira y estancias de Pomacanche
del camino blanco, a salir a los cerros y collados contiguos de esta capital;
desde allí comenzó a batir sus banderas, con tal audacia y confianza, como
quien llamaba a ellas a sus inícuos partidarios; tal vez concibió este medio
como oportuno para que se le rindiera la ciudad, pero infructuosamente,
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