Page 123 - La Revelión de Tupac Amaru II - Vol. III
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Nueva Colección Documental de la Independencia del Perú
La rebelión de Túpac Amaru II
En profundo grado representará a Vuestra Señoría Ilustrísima el abatimiento,
a vista de tantas calamidades y ruinas, a no haberse presentado el Comandan-
te Don Gabriel de Avilés, con la gente y armas que se remitieron de Lima. Este
cuidado me desveló muchos días, por los justos recelos que se concibieron de
que Tupa Amaro intentara cortarlos antes de su ingreso, por la pampa de
Anta; arrojo que no se tenía por difícil y que debía ocupar las miras del rebel-
de, por las ventajas que en el reportaban; pero debemos al Señor el beneficio
de haberlo confundido en sus maquinaciones llegandonos este socorro en el
día de su circuncisión y principio del año, que nos augura todas felicidades.
En efecto la ciudad parece que deponiendo los tristes lutos, que ha arrastrado
en este tiempo, se ha vestido de gala y todos respiran el gozo, de que redundan
sus corazones, lo principal es que las milicias provincianas, toman alientos y
los que se veían tímidos, harán el servicio con valor y esfuerzo, según se reco-
noce.— A esto contribuyen no poco los prósperos sucesos de nuestras armas
y el desengaño que puso a los ojos de todos el infame asesino, de que no per-
donaba las vidas del europeo, del criollo, del grande, del pequeño, del hombre,
de la mujer y que no hacía distinción de clases, castas, edades ni estados. Esto
segundo con el suceso reciente de Calca y lo primero por la derrota de los
indios en Huayllabamha y Pampa de Chita, de que ya informé a Vuestra Se-
ñoría Ilustrísima en las citadas a los que se han seguido, otros dos triunfos
conseguidos por los nuestros, uno en la quebrada de Urubamba, que acome-
tidos de un grueso de tres mil indios, fueron éstos vigorozamente rechazados
por los nuestros, matándoles más de trescientos, sin perdida de un solo hom-
bre y aprisionado treinta y tantos; los demás hicieron fuga y perseguidos en
otro reencuentro tenido en Calca, les mataron cincuenta y tantos; con los que
ha cobrado brio el soldado, comprendiendo que el indio es un enemigo des-
preciable y que resistido el primer ímpetu, al punto se ve el campo de batalla
y lo deja al vencedor, solicitando precipitado salvarse en la aspereza de las
serranías.— En estas acciones gloriosas se han señalado mis curas, que han
acompañado a la gente, alentando a todos a pelear con esfuerzo, por la causa
de la religión y del Rey; en que he tenido singular complacencia, significándo-
les cuanto mérito es este en mi justa aceptación, creyendo la tendrá no menos
Vuestra Señoría Ilustrísima, al saber las disposiciones en que se hallan todos,
de defender estos dominios de nuestro Augusto Monarca, aún a costa de su
sangre, según con geminadas expresiones me lo aseguran, llenándose de ter-
nura mi corazón, al ver tan nobles y generosas ofertas: Buen testigo es de esta
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