Page 130 - La Revelión de Tupac Amaru II - Vol. III
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Volumen  3
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            que incluye esta proposición y así sólo me falta poner, la de que pido y pediré
            mientras viviese a Dios por su salud y por que se la dilate los muchos años que
            puede. Huamanga enero veintinueve de mil setecientos ochenta y uno.— Ilus-
            trísimo Señor.— Besa la mano dé Vuestra Señoría Ilustrísima su mas atento y
            seguro servidor.— José Antonio de Areche.— Ilustrísimo Señor Doctor Don
            Juan Manuel Moscoso, Obispo del Cuzco.—

                    (Al margen: Carta)
                    Ilustrísimo Señor Visitador General Don José Antonio de Areche.—
            Ilustrísimo Señor.— Muy venerado Señor mío: con fechas de catorce y diez y
            seis del que corre, participé a Vuestra Señoría Ilustrísima, la inesperada reso-
            lución que tomó el rebelde Tupa Amaro, levantando el cerco que tenía puesto
            a esta ciudad y retirándose precipitadamente, por el mismo rumbo que se
            condujo, con lo que quedamos libres del inminente riesgo en que nos puso su
            presencia, con el aparato de un ejército formidable de indios y mestizos, ar-
            mas y municiones, que siendo fuerzas muy superiores a las nuestras, pruden-
            temente temíamos llegaría a conseguir sus depravadas intenciones; pero ya
            dije a Vuestra Señoría Ilustrísima, que no se que oculta impenetrable fuerza,
            desbarató sus ideas, infundiendo en su ánimo el terror espantoso, que le obli-
            gó a desamparar el sitio que en el lograba: como se le frustraron las fundadas
            esperanzas, no obstante las ventajas que había concebido de entrar triunfante
            en el Cuzco, se ha entregado a un desesperado furor, llevando en su regreso
            a sangre y fuego, todo lo que no se le rinde y sujeta, el que principalmente ha
            explicado contra los españoles y mestizos, que se le separaron de diferentes
            pueblos de la provincia de Tinta, de Chumbivilcas y Quispicanchis, según las
            relaciones que me han hecho ultimamente varios curas, significando el justo
            temor con que se hallaban sobrecogidos, por hacerlos autores de la deserción
            que ha padecido en sus gentes.— Después de todo, aún no desiste el concebi-
            do proyecto de invadirnos con mayores refuerzos, como verá Vuestra Señoría
            Ilustrísima por el testimonio de dos cartas, que en esta ocasión acompaño
            del Cura de Acomayo Fray Baltazar Gastelo y del Ayudante de Livitaca Don
            Antonio Zerrillo: con este motivo crece mi cuidado, no tanto por la sorpresa
            que es indispensable se le repita, cuanto por que este pensamiento, lleva con-
            sigo eslabonado el de cortar el progreso de Vuestra Señoría Ilustrísima y tro-
            pas auxiliares que nos vienen, quemando el puente de Apurímac y poniendo
            considerable fuerza, para impedir su tránsito, designio que debe mirar como



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