Page 107 - La Revelión de Tupac Amaru II - Vol. III
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Nueva Colección Documental de la Independencia del Perú
             La rebelión de Túpac Amaru II
            no sólo se han separado de la Junta, sino aún de la ciudad a buscar el seguro
            del terror pánico, que les ha infundido el miedo. Con este ejemplo crece el
            desaliento y los espíritus febles de que se compone los más de nuestros mal
            formados batallones que se ven tan caídos y sobresaltados, que apenas se sos-
            tienen de la persuación. Yo creo que no tardarán mucho en desampararnos
            enteramente, por que las infaustas noticias del primer combate y las que se
            esparce el enemigo, ya de sus fuerzas, ya de sus promesas, ya de sus amenazas
            desalientan al valeroso, abaten enteramente al tímido y mueven eficazmente
            al infiel.— Sobre este preliminar y los pocos pertrechos, municiones que tene-
            mos fundo la total desolación de esta principal parte del reyno, por instantes
            espero en el enemigo, que ya intenta la entrada, la ruina.— Las órdenes que va
            esparciendo a las demás provincias caminan aprisa y con fruto: los incitantes
            a la general conspiración, son el objeto más grato a estos abatidos naturales,
            en quienes no domina otro deseo que el libertinaje y usurpación de los más
            privilegiados derechos. Asi es consiguiente logre el rebelde sus intentos. No
            hay oposición en la ciudad la menor, y no le costará alguna dificultad su in-
            greso y dominación. El Clero Secular y Regular, que tengo al arma también
            flaquea, sin embargo de mis frecuentes exhortaciones, ni es bastante a la opo-
            sición y nos vemos en la dura necesidad de combatir sin fruto, forzosamente
            ha de rendirnos si oportunamente no somos socorridos. La consternación
            de la Junta de Guerra, se acredita con haber pregonado ayer un indulto, que
            comprende no sólo el perdón a los aliados del tirano, sino también de reparti-
            mientos, aduanas, alcabalas, como a mi no me ha hecho saber esta resolución
            ignoro las facultades y causas que hayan intervenido, si bien que éste no me
            parece remedio en el día.— Ya verá Vuestra Señoría Ilustrísima cuanto pade-
            cerá mi ánimo en esta angustia que crece a proporción de mi pastoral cuidado
            y especialmente al Rey y mi Grey. Por otra parte tiene mi corazón con mayor
            congoja la reflexión de ver deshechos, abolidos y despreciados los recomen-
            dables derechos de nuestro soberano, sus intereses enteramente subvertidos
            y cuasi en términos de proscribirse su real nombre, que a costa de mi sangre
            deseo y procuro mantener ileso. La religión ya se deja comprender lo que pa-
            dezca. Un templo incendiado en los primeros ataques de una rebelión denota
            lo que se nos espera de futuro Vuestra Señoría Ilustrísima, vea que esto se
            pierde si no viene el auxilio de esa capital con prontitud y presteza. Se asegura
            no bajarán de veinte mil los hasta aquí amotinados y en consideración del te-
            rreno, que a cada momento gana el sublevado, se aumenta el número cuanto



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