Page 105 - La Revelión de Tupac Amaru II - Vol. III
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Nueva Colección Documental de la Independencia del Perú
La rebelión de Túpac Amaru II
que se me pintaba, por que estoy harto de experimentar que tan pronto se me
habla bien del malo, como del bueno; y asi tendrá esta gallina su merecido
oportunamente. No es menos admirable la acción de los otros dos preben-
dados de que me habla Vuestra Señoría Ilustrísima, pues aunque su carrera y
representación no es para pelear, inspiran mucho los motivos del día por que
envuelven el interés de la religión que sería abandonada, venciendo como no
lo espero el execrable rebelde Tupa Amaro. A mi me pesará siempre el que
para contener o no animar a este osado, se haya seguido tan mala conducta
en el gobierno militar de esa ciudad, como se hará ver a su tiempo a la Junta
llamada de Guerra, mas por la que mantiene, que por la que tira a extinguir,
y con esto concluyo que pues nos hemos de ver en breve ahí descanse Vuestra
Señoría Ilustrísima con que si aún vive o se halla en acción el alzado, no entra-
rán en esa ciudad y sus contornos menos de cuatro mil hombres bien armados
y municionados, para desbaratarle y combatir con mayores orgullos y dar a
entender a ese bárbaro el poder del Rey, que le castigará como merece. El Se-
ñor Virrey ha mandado publicar un bando, dándole a conocer por tal rebelde
en el reyno, previniendo a los territorios que pueda seducir lo tengan por tal
sin engañarse de su poder y amenazas, pues en breve experimentará él y sus
aliados el monto de sus delitos con la fuerza que le va a batir y cercar. Esta
acción obrará poco interín no nos presentemos en esas inmediaciones; pero
también puede aprovechar a algunos y esta presunción basta para no omitir
el paso y objeto que incluye. Lo que hay que hacer mientras, es no empeñar
acción que no estemos seguros de ganar con una probabilidad bien combina-
da. Y asi inspire Vuestra Señoría Ilustrísima este modo de pensar a todos por
lo mucho que importa. Yo sentiré que aventuren su empresa los corregidores
de las provincias inmediatas, que corresponden a Buenos Aires, los cuales me
dicen que salen a buscar al insurgente, aunque les prevengo lo bastante.— Y
con esto paso a tratar (aunque muy de carrera, por que no tengo tiempo)
alguna cosa sobre el donativo eclesiástico de que me habla Vuestra Señoría
Ilustrísima conseguido heroicamente por su celo y espíritu heroico, diciendo
a Vuestra Señoría Ilustrísima que procuraré dar a cada uno de los oblantes las
gracias y recomendar sus hechos al Rey, para que logre entre las amarguras
de esta noticia el alivio de ver cuanto le aman y se interesan en su domina-
ción esos cuerpos, esos prelados y esos eclesiásticos particulares.— No me
detengo más por que creo que hoy nada puede complacer a Vuestra Señoría
Ilustrísima tanto como el saber la expedición que sale de aquí y se engrosará
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