Page 232 - La Revelión de Tupac Amaru II - Vol. II
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Volumen 2
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            pañías o ambos regimientos se componen de gremios y que los soldados viven
            tan dispersos que para haberlos de juntar es preciso no sólo un día, sino tres y
            cuatro, y que aún asi no se puede verificar el reemplazo total de ellos, a causa
            de que un soldado vive en un canto de la ciudad y el otro al extremo opues-
            to, no solo esto sino que un Capitán conoce su soldado. Hoy en este barrio,
            mañana en otro muy distante y lo que es mas, en diversa parroquia, los capi-
            tanes y respectivos oficiales pierden el tiempo y los días tan solo en buscarlos
            por calles y plazas; y para hallar uno se ven en la precisión de traginar toda
            la ciudad. Ahora pues, en el caso de un repentino asalto, cómo se unían estas
            fuerzas? mientras una compañía se unía para la defensa, no es claro que es-
            taríamos todos derrotados?, para evadirnos pues, de estas contingencias (que
            en lo posible no hay limitación) es mi parecer, que se haga la división de los
            regimientos en esta forma.— Tómese por raya el río que atravieza la ciudad
            llamado Guatanay: que la parte del poniente se conozca sujeto al regimiento
            de infantería y la del oriente al de caballería. Que se señale a cada Capitán
            un barrio o barrios hasta completar el número de individuos que deba tener
            (para lo que en caso necesario ministraré un plan que haga fácil y expedito
            este proyecto) así el Capitán de aquel partido, a la hora que se toque a la arma,
            podrá aprontar su gente y con este medio fácil y expedito ponerse todo el re-
            gimiento armado. Lo expuesto es conforme. ni reglamento de milicias de la
            Isla de Cuba, aprobado por Su Majestad en lo adaptable al Perú, por su Real
            Cédula de diez y nueve de Enero de mil setecientos sesenta y nueve, en el Ca-
            pítulo uno, Artículo siete. Y también practicado en la Capital de Lima.— De
            lo propuesto se siguen muchos beneficios. El primero, que no haiga hombres
            errantes, es decir sujetos que vagando, no conozcan determinado Capitán. El
            segundo, se conozcan los forasteros que viviendo sin disciplina y sujeción,
            más se cuentan por rebelados que por aliados Ultimamente, que cada regi-
            miento tenga su respectivo distrito y cada individuo su determinado jefe. Así
            se verían las fuerzas unidas sin trabajo, ni riesgo y se daría pronto auxilio a
            cualquiera inopinada invasión.— Los Alcaldes Ordinarios (digo) de barrios
            no son proporcionados a este fin ya porque los demás de ellos no son superio-
            res militares, ya porque esto es propio de los capitanes, tenientes y cabos; y ya
            porque nuestras ordenanzas de milicias, no mandan, ni ocupan a estos en se-
            mejantes ejercicios porque nuestro gremio debe ser distinguido no solo en su
            cabeza, sino también en sus miembros.— El servicio a la Patria, la seguridad
            de nuestras vidas y haciendas, la .lealtad de nuestro monarca y la defensa de



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