Page 84 - La Rebelión de Tupac Amaru Vol 1
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Volumen 1
Representación de la ciudad del Cuzco
101. Más notable es el inhumano descuido de muchos curas para con
los indios pasajeros que enferman y mueren en los pueblos, pues á éstos les
dejan morir sin la menor asistencia, y los tienen sin enterrar mucho tiempo,
esperando á que la caridad de los vecinos solicite el medio de hacerlo, que
fuera más bien vista en los mismos curas, por su propia obligación y buen
ejemplo a sus feligreses; pero muy al contrario lo ejecutan, habiéndose ex-
perimentado muchas veces hallarse 1os cuerpos divididos por cuartos en las
plazas y calles, y llevarse los perros y puercos al campo, sin que los vecinos se
atrevan á recoger á enfermos forasteros en sus casas, porque si mueren en ellas
les obligan a la paga de su entierro, aunque hayan dejado sólo el mísero y des-
preciable vestuario de su uso, y áun se han extendido algunos curas á obligar al
vecino más cercano á la paga del entierro de los difuntos que hallan en la calle.
102. Huyendo de estos gravámenes, hay ejemplares varios de haber
votado los cuerpos en los ríos, de enterrarles en los cerros y de encerrarlos en
cuevas, hasta que se hayan puesto monstruosos y desconocidos, y así los arro-
jan y ponen en los cementerios, y más ordinariamente lo hacen con las cria-
turas, por el exceso de los derechos que por ellas piden, queriendo reputarles
por cuerpos mayores, aunque tengan sólo cuatro años, y por fuerza obligan a
dobles de campanas, vigilias y honras porque se aumente la pompa funeral.
103. Todavía el exceso de contribución en los entierros en que hay tan
malas resultas, es menor el mal que el que ocasiona en el descuido de auxiliar á
los enfermos moribundos cuando les llaman á las confesiones y piden viático,
porque en esto, los que son malos curas se valen de efugios para no ir cuando
les llaman, pretextando indisposiciones, falta de cabalgadura, dilatación de
camino y otras excusas, y muchos obligan á que lleven los enfermos a la igle-
sia, por gravados que estén; cuando encargan a sus ayudantes la diligencia, la
ejecutan éstos de mala gana, y se detienen regularmente retardando este bien
espiritual, que es el mayor de los bienes, y suelen responder muy displicentes
que para qué les dan aquella molestia, que no son sus criados para servirles; y
conociendo los indios el enojo que les causa cuando van á la visita de las pu-
nas, omiten avisar para las confesiones y ocultan si pueden los cadáveres para
libertarse de la paga de los entierros.
104. ¡Oh! cuánto pudiera decirse en este punto nominando sujetos
y casos del mayor escándalo y de la más tierna compasión á una gente dócil,
obediente y sumisa, que se hace acreedora á todas las piedades de V. M. Mu-
chos apuntes han hecho hombres curiosos y escrupulosos de sucesos raros y
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