Page 730 - La Rebelión de Tupac Amaru Vol 1
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Volumen 1
Las memorias de Juan Bautista Túpac Amaru
cortos restos de existencias que todavía mostraba mi hermano José Gabriel, le
hicieron atar pies y manos a cuatro caballos para que fuese dividido en otras
tantas partes, y no haviendo conseguido de este modo, el verdugo lo verificó,
y mostró así que un esclavo es el mejor instrumento contra sus semejantes, y
que puede disputar a las fieras la destreza de devorarlos
En esta ocasión yo no fuí preso y escapé de este furor canino que los
españoles han mostrado siempre que se han hallado los hombres bajo de sus
garras; pero los miembros de mi hermano repartidos en las entradas de la ciu-
dad, el aniquilamiento de una familia inocente e ilustre que había mantenido
toda la pureza, sencillez y dulzura de nuestros virtuosos padres y antiguos In-
cas, por la magnánima resolución con que el padre había querido romper las
cadenas puestas por la avaricia y el fanatismo, y cuyo peso agrava diariamente
el progreso de la inmoralidad; el horror amargo de ver el orgullo español en
triunfo por la comisión de nuevos crímenes; todo esto digo, puso mi alma
agonizante en el lugar mismo de mi asilo. La naturaleza, me decía a mí mismo,
nos impele hacia la libertad, y la experiencia de los siglos sólo nos mostrará el
hombre esclavo. ¡Sus derechos estando escritos en su corazón, en la historia
estará su humillación!
El género humano respeta a Catón y se humilla bajo el yugo del César.
La posteridad honra la virtud de Bruto, pero no la permite sino en la historia
antigua. Cortés y Pizarro someten una nación virtuosa, feliz y rica, asesinando
a sus reyes, segando a sus naturales por horrores espantosos, y la Europa toda
reconoce esta adquisición por legítima, recibe riquezas ensangrentadas como
un bien agradable a su condición; y toda la obra es bendita por un Santo Padre
y sus sucesores.
Mi hermano mártir de la libertad y de su amor a los hombres pasará
por un perverso y su tentativa por un crimen! ¡Con que los siglos y la tierra
sólo serán la porción del crimen y la tiranía! ¡La libertad y la virtud pisarán
unos instantes solamente sobre algunos puntos de la tierra! ¡Esparta, y el im-
perio del Perú brillan como relámpagos en medio de inmensas tinieblas! ¡Pa-
sarán sus instituciones en boca de las bandidos coronados como bellas teorías
y concepciones impracticables! Ciertamente todo me era aflictivo, y entonces
las afecciones de la realidad me conducían irresistiblemente a la desespera-
ción, mientras ahora los recuerdos son acompañados de positivos consuelos,
y al fin de mi triste carrera veo infalible el reinado de la razón; que el espíritu
humano marcha iluminado contra los tronos, que el genio amenaza al des-
potismo de muerte, aun cuando parece acariciarlo, y que existe al norte de
nuestro hemisferio una nación que habiendo sido esclava como la mía rompió
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