Page 729 - La Rebelión de Tupac Amaru Vol 1
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Nueva Colección Documental de la Independencia del Perú
             La rebelión de Túpac Amaru II
            tirano ha hecho degenerar a ésta en su daño, convirtiendo contra él todos los
            seres destinados por aquélla a su mejora y engrandecimiento. Que la madre,
            dándole las primeras lecciones de la obediencia ciega, el vecino seduciéndolo
            con su ejemplo, sus superiores obligándolo a seguirlo, sus iguales arrastrándo-
            lo con su opinión, que todos han cooperado a labrar sus cadenas.
                    ¡Fatal influjo el de la tiranía! Ella hace obrar a todos sus súbditos con
            mutuos esfuerzos para oprimirse, y los mantiene en una especie de guerra
            para hacer legítimos sus robos y sus asesinatos; y así, en él los crímenes como
            la sangre de sus venas parten de su corazón para volver a él, y de todos sólo el
            déspota es la fuente primitiva. Esta verdad proferida en medio de las cadenas
            de donde sólo esperaba Areche la humillación, lo irrita, y al imponente aspec-
            to de una alma tan elevada como fuerte, teme su codicia española la pérdida
            de la presa más costosa a la humanidad, la América; y para conservarla toma
            la resolución de sus padres, y como ellos derramar la sangre de los indios por
            torrentes con igual desprecio, y ferocidad; fulmina decretos de muerte contra
            mi hermano y su familia, que se ejecutan con suplicios horribles y varios. La
            esposa de mi hermano sufrió la muerte en una guillotina; su hijo Fernando,
            de 16 años de edad,  su cuñado Antonio Bastidas, con otros más deudos, la
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            recibieron en la horca, todo se mandó presenciar por mi hermano igualmente
            atormentado por este espectáculo que por el concurso numeroso de esclavos,
            que tranquilos espectadores y obedientes pasivos daban a aquel acto una so-
            lemnidad de triunfo.
                    Y todo esto era sólo el preludio de lo que se preparaba; la saña espa-
            ñola llegó á concebir suspenderlo hasta cierta altura más o menos elevada,
            y soltarlo para bajo de su propia gravedad sufriese fracciones en los huesos,
            contusiones, y todo el estrago posible en el cuerpo; tres días lo tuvieron en la
            repetición sucesiva de esta invención de su ferocidad, complaciéndose de sus
            estragos y preguntándole por sus cómplices y su dinero; sus respuestas filosó-
            ficas y la firmeza con que las vertía en medio de los mayores tormentos, les
            hizo ver una alma elevada y superior a los alcances de su barbarie; irritados de
            no poder sacar ninguna confesión que halagase su codicia, o que multiplicase
            sus víctimas, mandaron sacarle la lengua, que había sabido callar con tanto
            heroismo y sólo pronunciar verdades amargas que la adulación y los esclavos
            jamás les hicieron oir: todavía fué más allí su crueldad; para no perder unos
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            3. Fue Hipólito [Nota del editor de la primera edición].





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