Page 593 - La Rebelión de Tupac Amaru Vol 1
P. 593
Nueva Colección Documental de la Independencia del Perú
La rebelión de Túpac Amaru II
nación corzo) hicieron una fortificación respetable para los Indios; fundieron
artillería, y fabricaron todas las municiones correspondientes en abundancia.
Ellos rechazaron con mucho coraje a los Rebeldes en los repetidos asaltos que
les dieron siempre escarmentados. Y ellos finalmente estaban dispuestos a sa-
crificar sus vidas, con heroicidad, antes que rendir la villa al enemigo.
Pero con la llegada del Señor del Valle, y viendo que este General, lejos
de auxiliarlos para poder llevar adelante su nobilísimo proyecto, pues sólo les
ofreció cien hombres, les proponía su retiro al Cuzco; abrazaron este partido
(aunque contra el dictamen de muchos) unos a pie, otros mal cabalgados,
otros con grave incomodidad; por lo cual aquellos vasallos, dignos verdadera-
mente de los mayores premios por la gloriosa defensa de su Patria y constante
fidelidad al Rey, aunque coronados de laureles, tuvieron que abandonarla a los
Rebeldes, quienes inmediatamente saquearon la Villa, y después de haberse
apoderado de todos aquellos bienes de difícil transporte, como muebles y ga-
nados, la incendiaron en mucha parte.
Esta resolución del Señor Inspector, aunque tuviese todos los apoyos
de justa con que quiere defenderse, y de que yo prescindo, no puede negar-
se que fomentó el orgullo de los Insurgentes, notablemente, y que ofendió
mucho el decoro de nuestras armas. Incontinenti dirigieron éstos las suyas
contra La Paz y contra Sorata (pueblo de la provincia de Laricaja) cuyo célebre
mineral de oro había hecho crecer mucho su vecindario. A un mismo tiempo
sitiaron las dos poblaciones Diego Túpac Amaru y sus dos carniceros sobri-
nos; y, después de haber hecho sufrir a sus infelices habitantes una hambre,
casi comparable a la que la Historia nos cuenta de Roma, sin dar cuartel sino
a los indios y a algunas mujeres blancas, las dejaron reducidas a la desolación
en que hoy se miran; todo lo cual se hubiera evitado, ciertamente, si el Señor
del Valle se hubiera mantenido en Puno, y reclamando auxilios de Arequipa
(mediante su corta distancia) los hubiera dirigido oportunamente a La Paz y a
Sorata.
Para cuando regresó al Cuzco el ejército, que fué a principio del mes de
Julio de 1781, ya el Señor Areche había hecho supliciar a José Gabriel Túpac
Amaru, su mujer Micaela Bastidas, un hijo llamado Hipólito y otros cómpli-
ces, hasta diez y ocho entre todos. Algunos opinaron que no había obrado
prudentemente en ello este ministro, fundados en que hubiera sido más con-
veniente remitir a España, a lo menos el principal Rebelde, para el mejor des-
cubrimiento de sus partidarios; pero, según las circunstancias que intervinieron,
592