Page 555 - La Rebelión de Tupac Amaru Vol 1
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Nueva Colección Documental de la Independencia del Perú
             La rebelión de Túpac Amaru II
            mayormente si se tienen a la vista las juiciosas reflexiones puestas sobre esta
            denuncia al N° 22 y siguientes de la segunda Representación. Y, finalmente, si
            se solicitan comprobantes de la maquinación del homicidio de Don Antonio
            de Arriaga y de la sublevación que subsiguió a su muerte, léase desapasiona-
            damente cuanto se dice en dicha Representación, desde el mismo N° 22, hasta
            el 65, y se advertirán justificados estos crímenes con más que prueba privile-
            giada, la cual es suficiente según derecho para esta clase de delitos.
                    Ellos todos son atroces, todos inauditos, y todos dirigidos contra la
            Majestad y contra el Estado. Los crímenes de tal naturaleza son los más te-
            rribles que el derecho conoce, y que los hombres pueden cometer en la vida
            Civil, según fundadamente asienta Don Eusevio Balza en su informe al Supre-
            mo Consejo; y por lo tanto es preciso confesar que este detestable proceder
            del Señor Moscoso para con el Rey y sus vasallos, lo constituye en el rango de
            aquellos hombres escelerados que, abandonados a la proscripción, pierden de
            vista las Leyes más sagradas, el derecho de gentes, y hasta los sentimientos de
            la humanidad.
                    Esta es, pues la conducta que ha observado el Ilustrísimo Señor Don
            Juan Manuel Moscoso para con un Monarca tan pío, tan religioso y tan justifi-
            cado, como el que nos gobierna. Para con un Rey que tiene vinculadas sus de-
            licias en derramar piedades sobre todos sus vasallos, no pensando en otra cosa
            que en hacernos felices. Para con un Príncipe tan católico que ha dedicado y
            dedica, incesantemente, sus Reales Connatos a favor de la Iglesia Santa, pro-
            curando a costa de muchas fatigas y desvelos su mayor esplendor y extensión.
            Y por decirlo de una vez, para con un Soberano a quien debe Señor Moscoso
            la brillante fortuna en que se mira, y que quizá por mal informado, le confirió
            Su Majestad el gobierno espiritual de la Diócesis del Cuzco, con agravio de
            sujetos de otras circunstancias y méritos, que hubieran sabido llenar mejor los
            deberes de su pastoral ministerio.
                    Dijimos que era horroroso el escandalo de aquellos que deben dar
            ejemplo; y esta proposición ciertísima se ha hecho sensible ahora en el Obis-
            pado del Cuzco. Advirtieron los eclesiásticos el delincuente modo de pensar
            de su Prelado, y una gran parte de ellos abrazaron sus sistemas temerarios:
            unos por inclinación natural, y otros por adquirir más pronto ventajosos as-
            censos; bien que nos consta hay algunos presbíteros seculares y regulares doc-
            tos y de virtud, que desde los principios están blasfemando de las máximas
            del Señor Moscoso, como opuestas a la legislación divina y humana; a los



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