Page 552 - La Rebelión de Tupac Amaru Vol 1
P. 552

Volumen  1
                                                                          La verdad desnuda
            XVI, Toledano que fué nacional, depuesto de su silla a Sisberto, Arzobispo de
            Toledo, por haber conspirado contra el Rey y la Patria, como se lee al Cánon 8°
            del citado Concilio. Asentado pues este principio (para evitar el escándalo de
            aquellos ánimos vulgares que, preocupados de una falsa piedad, conceptúan
            sacrilegio aun la relación de los vicios públicos de los eclesiásticos) protesta-
            mos delante de la Deidad Verdadera que cuanto vamos a decir, con sujeción
            a los documentos precedentes, de ningún modo se dirige contra la dignidad
            episcopal, sino contra el Ilustrísimo Señor Don Juan Manuel de Moscoso y
            Peralta. Prometemos difundirnos poco en el discurso, considerando que solas
            las representaciones y los comprobantes que justifican sus argumentos prue-
            ban aun más de lo que pudiéramos decir; y por eso nos contentamos con
            detallar sucintamente la conducta de Su Ilustrísima y sus secuaces para con el
            Rey, para con el Estado y para con Don Antonio de Arriaga, extractando la de
            éste para con el Señor Moscoso, sus comisionados y súbditos. y concluiremos
            recopilando, por mayor, los procedimientos de los Superiores Magistrados de
            Lima a favor de los eclesiásticos y contra el Corregidor de Tinta, haciendo ár-
            bitros de su causa, no a sujetos imparciales, sino a sus mayores enemigos. (ex-
            ceptuados los del Cuzco) con la esperanza firme de que ni aún éstos podrán
            deducir cargo legítimo contra él; porque su justicia se manifiesta más clara
            que la luz meridiana, y consiguientemente la inocencia con que fué sacrificado
            al ídolo de la venganza.
                    Horroroso es el escándalo de aquellos que están obligados a dar ejem-
            plo. Esta obligación en ninguno es tan grave como en los Prelados y demás in-
            dividuos que componen el Estado Eclesiástico de todo el Orbe Cristiano. Ellos
            deben ser como Ministros del Santuario la pauta de las virtudes morales y po-
            líticas de los seculares. Ellos deben impedir y cortar las discordias ocurrentes
            en el rebaño de Jesucristo que les está encomendado, según se lo encarga el
            mismo Señor, previniéndoles sean muy vigilantes en arrancar oportunamente
            la cizaña de su heredad santa. Y ellos están obligados a sacrificar sus vidas y
            haciendas como los demás vasallos en defensa del Rey y de la Patria; porque
            siendo uno y otro de los príncipes, el mismo Salvador les enseño con el ejem-
            plo a tributar al César lo que era suyo.
                    Estos sistemas son incontestables en la teoría, pero desconocidos en
            la práctica; porque si son los escándalos ¿quiénes han ocasionado tantos y
            tan graves como los eclesiásticos de los Reinos del Perú? Dígalo por todas sus
            provincias la del Paraguay, cuyo primer Obispo Fray Pedro de Latorre suscitó



                                               551
   547   548   549   550   551   552   553   554   555   556   557