Page 384 - La Rebelión de Tupac Amaru Vol 1
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Volumen 1
Estado del Perú
líquida corría por calles y plazas; tal era la natural antipatía que injustamente
representaron, pues no sólo se anhelaban a hacer un cruel homicidio, sino que
aún el vocablo «españoles» habían de borrar de sus memorias; parecióles
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que por ser homicidas de los unos, habían de ser de todos, cuando la simiente
de la naturaleza humana es fecunda; pues de dos que creó Dios, ha abastecido
todo este Hemisferio, y abundará aún a otros mundos si hubiera.
Qué noble acción, qué heroica fué la de Diómedes para con Glauco.
Salieron, pues, a campaña estos dos valerosos combatientes, a darse una cruel
refriega. Diómedes se vió por entonces el más sobresaliente competidor; y
Glauco atónito, porque se halló desprevenido, al tiempo de levantar la visera,
para descargar su brío, volvió en sí, y le dijo: «sería en mi prueba de la mayor
villanía, competir no sé con quién; mas para saber con quién peleo, decidme
quien eres?» Entonces Glauco aclaró su nombre, patria y padres; oyendo ésto
con gran bizarría, dijo Diómedes: «pues sabed que yo recibí muchos favores
en tu casa, tus padres me han hecho grandes servicios y asistencias, y ¿cómo
puedo corresponderos tal mal, habiendo recibido tanto bien, num quid red-
ditur pro bono malum?» Acabóse la contienda en abrazos y parabienes,
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y quedaron amantes estos dos competidores: serte mihi hospes paternus est
antiquius.
Bien pudieron estos tiranos (los revolucionarios) haber traído a cola-
ción, antes de ejecutar sus iniquidades, aquellos buenos oficios y singulares
favores, que diariamente recibían de la generosidad española, para vivir co-
rrespondidos; pues sabían que después de Dios, no tenían más auxilio que de
ellos (de los españoles); y con este racional miramiento, desistir de sus inicuas
y perversas empresas; pero estaban lejos de esta prudencial conjetura, porque
desconocidos al bien recibido, olvidaron la ley de la gratitud, como insensibles
a la correspondencia; cerraron los ojos a la razón, y tomando por instrumen-
to el mismo beneficio, descargaron sus rencores, pues los mismos parientes
inmediatos, compadres, ahijados, que es de admirar, los hijos legítimos de un
verdadero amor, fueron los más crueles homicidas que la Naturaleza pudo
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113. Aún a las indias que eran propias mujeres o parientas, o que eran comadres, o habían casado con españoles o tenían camisa las
mataban a palo. A los indios blancos o mujeres blancas, o que decían alguna cosa a favor de los españoles, los mataban. No hallo voces
como poder decir la crueldad de éstos. Las indias, siendo por naturaleza compasivas, se volvieron fieras, andaban con los hombres.
llevándo(les) piedras. [nota del autor]
114. Jer. 18-20. [nota del autor]
115. Hom. in VI-1. [nota del autor]
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