Page 381 - La Rebelión de Tupac Amaru Vol 1
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Nueva Colección Documental de la Independencia del Perú
La rebelión de Túpac Amaru II
su modo de obrar; mas éste (José Gabriel Túpac Amaru) lo hizo por seducir
y vengar, y muchos con esta propuesta infeliz, por no perder la gracia de su
Dios ni del Rey, desemparando mujer, hijos y bienes, desertaron de su campo;
y muchos permanecieron a perder la gracia de Dios y del Rey. 99
El que tropieza y da de rostro, no ha menester que le persuadan dónde
ni cómo cayó, sino que su mismo dolor le hace dar a conocer, con más eficacia,
que la misma luz que le alumbra; bien pudo este ingrato entrar en consulta
consigo mismo, teniendo a la vista el desengaño, y conferenciar su desventura
para desistir de su empresa; poner los medios no para perseverar contumaz,
sino para impetrar arrepentido la gracia de Dios y del Rey, pues no estaba cie-
go para no poder ver sus infelicidades, sino que cerró los ojos a no mirarlas;
conoció los peligros de que había escapado, pero no reconoció el beneficio,
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que del Cielo había recibido; pues pague su delito quien no supo lograr la
ocasión de su verdadero arrepentimiento. Nabal Carmelo porque no supo
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aprovecharse del singular beneficio, que recibió de manos de la prudente Abi-
gail, pagó su delito sin remedio, habríase escapado de la maquinada muerte
por David, y aun con sobre haberle encargado muchas cosas, indicavit verba
hec, no hizo más demostración que una piedra, y sólo se le heló el corazón, e
mortuum est cor eius intrinsecus et factus est quasi lapiz.
¿Qué más poderoso auxilio para enmendarse, ni qué favor el más dis-
tinguido pudo tener que el libertarse, cada día, de una desastrada muerte, que
en todas partes le maquinaban, ya los nuestros, ya los suyos? Pero aún con
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este estrago a la vista, no dio señas de arrepentimiento, mas sólo se helaba el
corazón, y no hacía más demostración que una piedra. Pues imite a Nabal, y
padezca más que Nabal con su infeliz destino; quede sin movimiento al con-
flicto, sin respiración a la enmienda, que son los signos de la vida, como ad-
vierte el Cardenal Hugo.
Volvió por segunda vez impávido a rehacerse de sus pertrechos gue-
rreros, con más empeño, despachó sus emisarios hacia tierra arriba con sus
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99. De los leales hay muy pocos en los pueblos; porque los más por no poder, y otros por no perderse, se hicieron sus partidarios, mas
otros han perdido todo. [nota del autor]
100. Nueve mil y más soldados de Paruro, por disposición tal de su Corregidor, le rodearon por atrás en Piccho; y mientras que éstos
bajaron a jurar lealtad, que con este motivo se les llamó al Cuzco, zafó el Traidor, y se perdió la ocasión. [nota del autor]
101. Desde que huyó de Piccho hasta su última derrota, nunca tuvo sosiego ni buen suceso; finalmente su mismo coronel le prendió
en Langui. [nota del autor]
102. Cuando estuvimos los nueve sacerdotes cautivos en Tinta, mataron a Bermúdez y a Parvina, sus elegantes coroneles. Muchas
veces lo veíamos venir derrotado de varias partes, y todo deshecho de pertrechos. Muchas noches le observé que de puro pasear no
dormía; y su mujer también las pasaba llorando en vela; yo estuve preso junto a la sala de armas. [nota del autor]
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