Page 379 - La Rebelión de Tupac Amaru Vol 1
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Nueva Colección Documental de la Independencia del Perú
             La rebelión de Túpac Amaru II


            si el Basilisco le mira primero al hombre; pero si el hombre le mira primero al
            Basilisco, el Basilisco es el que muere.
                    Venía imaginando matar con su vista venenosa a la Ciudad la Sierpe
            o Basilisco, que eso indica el vocablo Túpac Amaru; pero le miró primero la
            Ciudad (el Cuzco), con aquel destrozo de trescientos y más indios de los su-
            yos, en la Pampa de Sailla, que eso fué mirarle primero para matarle, no obs-
            tante se esforzó incipiente, y pasó atrevido hasta Piccho; echó por sus airados
            ojos todo el resto de sus iras, pero retrocedió contra él sus especies venenosas,
            las que arrojó contra el Cuzco, espejo lúcido de tantos leales peruanos; y su
            inicua acción de mirar, fué el principio de sus ruinas, fué acabar desgraciado
            al rigor de sus propios incendios, pretendiendo cantar victoria, cuando ésta es
            reservada para el famoso Nilo español-americano.
                    Así salió derrotado quien se miró vencedor, pudiendo mostrarse dis-
            creto y recatado a la vista de la más simple amable Semele cuzqueña. Así mere-
            ce ser abatido, quien de sus máquinas traidoras se arma; así debe ser ultrajado
            quien, sin tomar las medidas correspondientes, se arroja a querer conseguir
            un imposible. Así dió avance Vuestra Señoría Ilustrísima al traidor y atrevido
            Fuego, dios de los indios y sus secuaces,  quienes habían ya cantado la victo-
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            ria a favor de su Inca; pero, en breve, le han confesado vencido, y con su atre-
            vimiento han abierto las puertas para su destrucción y ruina.  Desengáñense,
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            pues, para siempre estos caldeos bárbaros, indios bajos, viendo a su dios dado
            en tierra por el valeroso Nilo de España, quien cuantas veces se ofreciere, abri-
            rá con bizarro arrojo sus conductos guerreros  para contenerlos, aunque no
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            quieran, y cual otro Emperador Constantino, declare Su Majestad la victoria a
            favor de su amado Nilo americano; pues sacó la cara aún a costa de su vida, en
            defensa de su Monarca el Señor Don Carlos III, Emperador del más dichoso
            Imperio meridional de la América; y después de darse por bien servido, que
            así lo esperamos de su real grandeza, desengañe a estos neófitos de sus torci-
            das ilusiones, a que sepan que no hay más Dios que el que creó el cielo y la
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            92. Los reyes y príncipes sólo con alentar a su gente y ponerse entre ellos, pelean y derrotan al enemigo. [nota del autor]
            93. Mucha es la piedad y amor de Su Majestad para con los indios de este Imperio que, aunque estos infelices cometieron los mayores
            excesos, los perdonará. Léanse los tomos de la Recopilación 5a. de Indias, y las Ordenes Reales del Perú, como mandan que guarden
            los subalternos. [nota del autor]
            94. Siempre que he logrado hallarme en los pueblos, en la lengua indica les interpreto las cartas pastorales y el Indulto General; y les
            doy a entender lo que puede la Real Corona de España. El exhorto verbal que le hiciese al insurgente José Gabriel (Túpac Amaru) le
            expuse esto mismo, y es notorio mi hecho en todo Ayaviri; y entonces logré libertar sacerdotes españoles y muchos bienes muebles.
            [nota del autor]


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