Page 374 - La Rebelión de Tupac Amaru Vol 1
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Volumen  1
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            culpas, pero dejándose ver Vuestra Señoría Ilustrísima en el campo, entrando
            lloroso a la contienda, saldrá siempre defensor, para salir triunfante en todo
            evento de contiendas. En campo abierto luchó Vuestra Señoría Ilustrísima con
            el Dios de los ejércitos, tan sudoso y lleno de polvo, pues el luctabatur de su
            valerosa palestra, leeré con el Hebreo pulverisavatur, y tendrá razón; porque
            sus llantos y su pública penitencia fueron unos ufanos combatientes que le
            ayudaron en la contienda, donde se llenó de polvo y arena, a usanza de los
            antiguos, que cuando salían al campo se llenaban de polvo y arena, de donde
            nació aquel tan sabido proloquio que usan los latinos: in arenam descendere,
            que es pelear o salir a campaña; efectos son de esta victoriosa lucha el sosie-
            go, paz, fraternal correspondencia y recíproca amistad que se experimenta no
            sólo en esta Ciudad, sino aún en los climas más remotos de todas las provin-
            cias sublevadas hasta el Río de la Plata; así le concede el Cielo a quien de veras
            le invoca. Así cumple indefectible lo que tiene prometido como Soberano.
                    Soñó el Insurgente atrevido, después del destrozo de Sangarara que a
            los vaivenes avanzaría a la Ciudad; puso toda su confianza, como Apolonio o
            Lisias, en la multitud de sus combatientes o indios, quienes sin más armas que
            sus hondas, palos, lanzas y la poca fusilería, arrestarían todo el terreno para
            poner en planta lo que su inicua imaginación había ideado,  pero no soñó,
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            ni por pienso, lo que le había de haber sucedido. Otro tanto también soña-
            ron los caldeos, de que su dios que era el Fuego, era más poderoso que todos
            los dioses; convencían a todos con la experiencia, porque en unas partes (lo)
            aplicaban a las estatuas de metal de Júpiter o Marte y las liquidaba; en otras
            reducía a cenizas las efigies más hermosas de Venus, Juno o Palas, que eran de
            marfil y cedro; y en otras derretía los simulacros de Mercurio, Saturno o Baco,
            que eran de oro o plata; llegaron, pues, a Egipto con esta vanidad o vana pre-
            sunción, propusieron su designio,y que la experiencia administrase justicia,
            de que si su dios o el suyo era mejor. Los egipcios, aunque turbulentos, forma-
            ron una estatua de barro que representase al Nilo, que es su dios; hiciéronla
            hueca, llenáronla de agua y taparon con cera sus conductos; salieron al teatro
            guerrero ambos dioses; juntáronse innumerables pueblos a ver el desengaño;
            el Fuego con su voraz incendio, le arrojó sus llamas a la estatua de Nilo; ésta
            con el mismo calor de sus incendios, abrió sus conductos; ya los caldeos
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            72. Cuando tomaron confesión a un escribiente suyo, en Lampa, y lo despacharon al Cuzco, se oyó, decir, comúnmente, como su
            inicua intención había sido matar a los españoles sin reserva. [nota del autor]




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