Page 371 - La Rebelión de Tupac Amaru Vol 1
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Nueva Colección Documental de la Independencia del Perú
La rebelión de Túpac Amaru II
combatientes, unos sujetos, despreciables e innobles, que no son gentes para
destruir a los que son por sus cunas y nacimientos; pues según los mortales los
más valerosos, los más arrojados, en brío y en coraje, fueron los despreciables
espolios de la desgracia no pensada. 63
Esta grande nueva y el repentino insulto que por instantes se espera-
ba, ocasionó a muchos prudentes, que por asegurar sus vidas, por ser las más
deseadas para la víctima, coger su derrota a la Ciudad de los Reyes, a buscar
sagrado. Y a no haberse interpuesto un ilustre y noble jefe en la carrera, sin
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duda queda la ciudad (del Cuzco) más desanimada, y tal vez con este recato se
hubiera dado lugar a una indecible deslealtad con la fuga. 65
Bien pudieran, al primer grito de las esposas de Cristo y de tantos ino-
centes que gemían, suspender la justicia su ejecución, y desmayar el ímpetu
violento de las culpas; pero como estaba la divina cortante espada, cual otro
Calígula, lamiendo sangre de tantas gargantas segadas, ardía su ira y desven-
gaba su agravio a fuerza de sus corajes. Entonces a este tiempo, y cuando más
se desataba el fulminante rayo de su acero, Vuestra Señoría Ilustrísima, cual
otro afligido Jacob, se le trabó entre los brazos, no a combatirle valeroso, pues
no hay criatura que así lo haga, sino a llorarle atribulado, se sosiege del castigo,
se serene del ímpetu, recogió todo el impulso de su poder para dar con todos
en tierra; ya se deshizo, cuando a este tiempo levantó el grito Isaías, digo la
Ciudad, vertiendo perlas, diciendo: non est qui consurgat et teneat te; Vuestra
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Señoría Ilustrísima volvió otra vez a la contienda, se le avalanzó gemebundo,
le suplicó, le rogó lloroso se apiadase de su pueblo; pues le había costado tanta
sangre, que no era de su honor el entregar tanta hermosa margarita a los que,
hechos bestias, las habían de estropear; ni tampoco era brote de su noble pe-
cho echarlos al olvido para siempre; y como salieran a la palestra campal no
los bríos sino los llantos, tuvieron mejor lugar en la aceptación divina que la
justicia; porque Dios es más propenso a perdonar que a castigar en estos lan-
ces.
Salió Vuestra Señoría Ilustrísima vencedor, y le aplacó su ira; pues
aquella espantosa y solemne procesión de sangre que, coronado de espinas,
hizo Vuestra Señoría Ilustrísima en la Ciudad, sacando en público las dos
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63. Muchas personas distinguidas, y de coraje muy aventajado, murieron. [nota del autor]
64. El Señor Villalta, Corregidor de Abancay, hizo revolver a muchos. [nota del autor]
65. La verdad, aunque adelgaza, no quiebra. [nota del autor]
66. Isai. 64-7. [nota del autor]
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