Page 83 - José de la Riva Aguero - Vol-1
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Nueva Colección Documental de la Independencia del Perú
             Vida y obra de José de la Riva Agüero
                    Se trata pues de probar quan atroz y torpemente ha sido fraguada la
            calumnia de un fraile, cuyo nombre ignoro, atribuyéndome, para librase él y
            demas delincuentes, el que yo habla tenido carta de Blanco Cicerón, y que esto
            le habian dicho esas dos mugeres de que tengo hecha referencia. Pregunto,
            ¿quando me hizo Francia hablarles? No fue despues de desaparecido Cocrane
            y Blanco? Como pues podria entablar comunicacion con estos, quando ya no
            existian en el bloqueo ni en estas costas? He aqui comprobada esa calumnia, y
            puesto á clara lus su criminal obgeto de salvarse á costa de mi honor y sosiego.
            Luego pues, si yo no vi jamas á estas dos mugeres, antes ni despues de aquel
            acaso en que me hizo saludarlas, Francia tal vez con el obgeto, si se ha de de-
            cir lo que yo inferi entonces, de que el fraile no sospechase alguna cosa de él;
            como se me quiere complicar con ellas, ni sobstener que yo hubiese tratado de
            verme con Blanco por mediación de estas, quando por las noticias de la gaceta
            del Gobierno consta que en fines de Mayo ya existia cibe en Chile? Compades-
            camos, la debilidad, la corrupción, y el perjuro en que ha incurrido un Minis-
            tro del altar, con mancha del habito que vistió un San Francisco de Asis y otros
            tantos varones Santos y piadosos. Sirva esto de exemplo para lo subsecivo, que
            en todos los estados y condiciones, la flaqueza humana la misma, y que el vicio
            y los desordenes arrastran á los hombres á cometer infamias de esta clase; y
            que en estos tiempos calamitosos, el hombre de bien, por el mero hecho de
            serlo, se hace sospechosos, se le trata de delincuente, se le persigue, se vulnera
            su honor, y se le quita su defensa natural, juzgándolo sin oirlo ni entenderlo.
            ¡Dios mió, principio de toda justicia, tu omnipotente sabiduría tolera tan im-
            pio modo de conducirse en un asunto tan grave, y tan criminales calumnias
            en un Sacerdote! Yo lo perdono. Viva el autor de mis padecimientos, pero sea
            para que el Dios de misericordia derrame sobre el su vendicion, y que con una
            enmienda de vida se haga digno de exercer con edificacion el santo ministerio
            del Sacerdocio.
                    El origen de que se tenga pues mi nombre por los enemigos, no ha sido
            otro que el que siendo publico el que yo renuncie al Empleo de contador or-
            denador del Tribunal de cuentas, me consideran estos agrabiado del gobierno,
            y por consiguiente me juzgan capaz de poder ayudarlos. Esta renuncia, en si
            misma tan necesaria, no es sabida del publico la causa que la ocasionó y por
            esto la expondría aquí si la Real orden de 12 de Diciembre del año pasado no
            expresara lo suficiente.





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