Page 87 - José de la Riva Aguero - Vol-1
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Nueva Colección Documental de la Independencia del Perú
             Vida y obra de José de la Riva Agüero
            trasmitieron á nosotros; ¿quanto no se aumentará el amor quando lo obliga
            estrahordinariamente el interes?
                    Soi natural de la ciudad de Lima, tengo en ella á mi Madre, á quien
            venero: una hermana única, casada con el Señor Don Juan Maria de Galvez,
            de la Real y distinguida Orden Española de Carlos 3º, Intendente honorario de
            los Reales Exercitos, y en propiedad de la Provincia y capital de Lima. Disfru-
            ta siete mil pesos de renta por su Empleo, y de las distinciones prerrogativas
            concedidas al caracter de ese respetable cargo. Tiene mi hermana un hijo y del
            referido su marido, que no obstante de ser de menor edad, se halla por gracia
            particular de su Majestad, con el Empleo y sueldo de Subteniente del Regi-
            miento del Infante Don Carlos; gozando el sueldo por entero como si estubie-
            ra haciendo el servicio, esto es, exerciendo su empleo. Mi Madre, como viuda
            del Superintendente, tiene accion al Montepio de Ministros, que según el Real
            Reglamento, le pertenece la quarta parte del sueldo que disfruto mi difunto
            Padre. Este era de seis mil pesos, cuya quarta parte es de mil y quinientos.
            Unidas las rentas de mi hermano politico y su hijo, que es decir la renta de
            hermana; con la pensión de mi Madre en el Montepío, componen como nue-
            ve mil y mas pesos anuales. Estos son pagados por el Real Erario: mas claro,
            estos nueve mil y mas pesos, los gasta Su Majestad en beneficio de mi madre,
            de mí hermano y mí Sobrino. Les da Su Majestad, ademas de esta renta, el
            decoro, tratamiento, y distinciones anexas á esta clase de Empleos. Pregunto
            ahora, á mi calumniador ó á qual quiera otro aleve impostor: ¿quien subsa-
            naría esta perdida á mí casa, en el caso de que los enemgios del Rey, lograsen
            apoderarse del Perú? ¿Soi acaso, enemigo de mi madre, de mi hermana y de
            mí sobrino, que quiera ser yo mismo el instrumento de su ruina? ¿Soi, tal vez
            un monstruo, que viviendo en la mejor armonia, y lo que es todavía mas, que
            siendo con Don Juan Maria de Galvez, unos verdaderos hermanos y amigos,
            pues nos amamos, como es notorio en toda esa Capital; habría de propender
            yo á ser su asesino, privandole de su Empleo y subsistencia? ¡Ah! que contraste
            entre amar y aborrecer, entre tener con vivir con desahogo y dejar perecer á
            mi Madre, hermana hermano y sobrino, por indigencia. ¡Pero que indigencia!
            Causada por el hijo que jamas ha havído en el mundo que haya amado mas á
            su Madre: por el hermano mas afecto á los suyos, y por el tío mas apasionado á
            su sobrino y ahijado. ¿Cabe, ni puede caber en una cabeza regularmente cons-
            tituida, un contraste de esta naturaleza? ¿De que modo se podria subsanar esta
            perdida? ¿Que seguridad de fortuna ofrece un Gobierno nuevo, qualquiera



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