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Nueva Colección Documental de la Independencia del Perú
Vida y obra de José de la Riva Agüero
atribuirse mi silencio a delito. Digo pues, desde ahora de nulidad de quantos
[Al margen: Amigo] se haya obrado contra mi, por ser contra derecho seme-
jante juicio, y protexto perseguir por todos los tramites de justicia á los autores
de tan criminales procedimientos, hasta exclarecer mi inocencia y lograr una
publica satisfacción.
Manifestaré á Vuestra Excelencia el origen de la calumnia, y lo que
ha dado á los enemigos del Estado y míos, semejante arvitrio; destruiré sus
calumnias con datos incontestables, y concluiré con hacer presente el interés
personal que tengo en la conservación de nuestra Monarquía. Dispense pues
Vuestra Excelencia una narración fastidiosa, pero muy necesaria y oportuna.
Se ha tomado mi nombre en voca de esos miserables, y su origen es el
siguiente. La Señora Doña María de la O’Loredo, Marquesa viuda de Monte
alegre, + [Al margen: tía política mía] sigue dos pleitos, el uno para anular
una Escritura supuesta en que falseando su firma, han tomado sobre una casa
de su propiedad una cantidad de pesos; y el otro para cobrar otros pesos que
le debe Doña Francisca Mendez, dueña de una huerta en el pedregal de la
Alameda. Los asuntos de mi referida tía corren todos á mi cargo, y por esto
venia de tarde en tarde á mi casa su procurador Jose Francia á noticiarme los
tramites de estos dos pleitos. Poco, tiempo antes de mi salida, esto es, á lo que
acuerdo, como diez y ocho á veinte dias, vino el expresado procurador una
tarde á darme aviso que Don N. Alvo, havia contestado un traslado, como
heredero de su difunto hermano Don Jose Antonio. Habiendome encontrado
á la salida de mi casa, siguio conmigo calle abajo, tratandome del estado de
los pleitos de mi citada tia. Como mi direccion era á dar un paseo á la portada
de Guadalupe, como lo tenia de costumbre, siempre solo, continúo el Procu-
rador en mi compañia hasta la calle que hace esquina á los de los Huerfanos.
Allí se acercó á hablar Francia á dos mugeres que estaban en la puerta de una
casita, y como no habiamos concluido de tratar con el dicho Procurador acer-
ca de quien se debería nombrar de depositario para el embargo pedido de la
Huerta de que va hecha referencia, este me exijio él que me acercase á donde
él. La mujer al mismo tiempo me hizo instancia áque no estubiese en pie en
la calle y que entrase y tomase asiento en su salita. Al cabo condescendi mas
por el deseo de concluir prontamente con el Procurador, que por aceptar la
atención de la muger. Apenas me habia sentado, quando salió de adentro un
fraile Francisco, y conocí en él cierta mutacion en su semblante que me dio á
entender, que el tenia algunas relaciones allí no correspondientes á su estado.
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