Page 79 - José de la Riva Aguero - Vol-1
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Nueva Colección Documental de la Independencia del Perú
             Vida y obra de José de la Riva Agüero
            atribuirse mi silencio a delito. Digo pues, desde ahora de nulidad de quantos
            [Al margen: Amigo] se haya obrado contra mi, por ser contra derecho seme-
            jante juicio, y protexto perseguir por todos los tramites de justicia á los autores
            de tan criminales procedimientos, hasta exclarecer mi inocencia y lograr una
            publica satisfacción.
                    Manifestaré á Vuestra Excelencia el origen de la calumnia, y lo que
            ha dado á los enemigos del Estado y míos, semejante arvitrio; destruiré sus
            calumnias con datos incontestables, y concluiré con hacer presente el interés
            personal que tengo en la conservación de nuestra Monarquía. Dispense pues
            Vuestra Excelencia una narración fastidiosa, pero muy necesaria y oportuna.
                    Se ha tomado mi nombre en voca de esos miserables, y su origen es el
            siguiente. La Señora Doña María de la O’Loredo, Marquesa viuda de Monte
            alegre, + [Al margen: tía política mía] sigue dos pleitos, el uno para anular
            una Escritura supuesta en que falseando su firma, han tomado sobre una casa
            de su propiedad una cantidad de pesos; y el otro para cobrar otros pesos que
            le debe Doña Francisca Mendez, dueña de una huerta en el pedregal de la
            Alameda. Los asuntos de mi referida tía corren todos á mi cargo, y por esto
            venia de tarde en tarde á mi casa su procurador Jose Francia á noticiarme los
            tramites de estos dos pleitos. Poco, tiempo antes de mi salida, esto es, á lo que
            acuerdo, como diez y ocho á veinte dias, vino el expresado procurador una
            tarde á darme aviso que Don N. Alvo, havia contestado un traslado, como
            heredero de su difunto hermano Don Jose Antonio. Habiendome encontrado
            á la salida de mi casa, siguio conmigo calle abajo, tratandome del estado de
            los pleitos de mi citada tia. Como mi direccion era á dar un paseo á la portada
            de Guadalupe, como lo tenia de costumbre, siempre solo, continúo el Procu-
            rador en mi compañia hasta la calle que hace esquina á los de los Huerfanos.
            Allí se acercó á hablar Francia á dos mugeres que estaban en la puerta de una
            casita, y como no habiamos concluido de tratar con el dicho Procurador acer-
            ca de quien se debería nombrar de depositario para el embargo pedido de la
            Huerta de que va hecha referencia, este me exijio él que me acercase á donde
            él. La mujer al mismo tiempo me hizo instancia áque no estubiese en pie en
            la calle y que entrase y tomase asiento en su salita. Al cabo condescendi mas
            por el deseo de concluir prontamente con el Procurador, que por aceptar la
            atención de la muger. Apenas me habia sentado, quando salió de adentro un
            fraile Francisco, y conocí en él cierta mutacion en su semblante que me dio á
            entender, que el tenia algunas relaciones allí no correspondientes á su estado.



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