Page 64 - La Revelión de Tupac Amaru II - Vol. III
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Volumen  3
                                                                         Inicio de la rebelión
            especialmente la de Capana y los nuestros que se dirigieron a la expugnación
            se vieron precisados a retirarse a la Capital del mismo nombre, no sin poco
            temor de este refugio, porque también están movidos sus vecinos.— La Doc-
            trina de Caycay, de la misma, adolece del propio mal y han experimentado sus
            haciendas semejante daño: pasaron al pueblo de San Salvador, anexo de la de
            Pisac, de la Provincia de Calca, arruinaron un puente, que formaba el tránsi-
            to al caudaloso río, que le baña y matando cinco individuos de los que no se
            les rindieron; siguieron la ruta del propio Pisac y su segundo anexo de Taray,
            donde hasta hoy quedan; y se cree enderezarán por los demás pueblos de Cal-
            ca, a internarse a la Provincia de Urubamba y seguir el cerco que intentan a
            tomarnos la Pampa de Jajaguana, de la de Abancay, al poniente de esta ciudad,
            lugar de donde se abastece y subsiste esta capital; y de allí dirigirse al perverso
            designio de quemar el puente de Apurimac, único conducto para el tráfico y
            comunicación de estas partes a esa de Lima y demás del reyno; lo mismo han
            practicado con los puentes de dichos pueblos de Pisac, Caycay, Lama y Calca,
            de la Provincia de este nombre, habiendolo hecho antes en los de Urcos y Qui-
            quijana; y lo ejecutarán con los de Guayllabamba, Urubamha, hasta conseguir
            el principal intento en el citado de Apurímac, que es todo su conato, sino se les
            impide el paso, con los correspondientes refuerzos y a este fin se han encamina-
            do los corregidores, de Calca y Urubamba, con algunas partidas de gente, pero
            no sé si serán suficientes para sujetarlos y escarmentarlos: como también he
            repetido oficios a la Junta de Guerra, para que ponga una respetable guarnición
            que custodie el dicho puente de Apurímac, con un oficial de honor y pericia
            militar, y se ha tomado providencia.— Estas gentes, que en el principio de la
            amotinación de Catca, fueron en número no muy grande, cuando lleguen al
            sitio de Japahuana serán formidables: porque a proporción del miedo y terror
            que incuben a los naturales del tránsito, por las hostilidades que les infligen y de
            la disposición de ánimo en que los hayan, precisamente las aumentan, como las
            van reclutando. El sujeto que las comanda se asegura ser, el Cacique del propio
            pueblo de Catca, dependiente e influído de Tupa Amaro; que tiene hoy tantos
            secuaces de su rebelión, cuantos son los pueblos y provincias que va infestando;
            sin embargo, de que algunos o más cuerdos o desengañados, han desertado de
            sus banderas. Varios de la de Chumbivilcas, que incautos lo siguieron, le han
            dejado, han vuelto a sus domicilios y en porción han venido otros a nuestros
            cuarteles, a pedir unos indultos y otros prestar signos de su fidelidad.— La
            censura que generalmente expedí contra el traidor ha causado estos efectos y



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